Sevilla-Espanyol

Un aplauso para Mendilibar por revitalizar a un moribundo (3-2)

  • El Sevilla se asegura la salvación definitiva con una remontada frente a un Espanyol hundido cuando parecía que podía volver a meterse en problemas

  • Gueye fue el protagonista de la reacción al sufrir un penalti y rematar de forma perfecta el centro raso de Acuña

  • Las dos caras de un Pape Gueye presente en los tres goles

Gueye golpea el balón para marcar el gol del triunfo sevillista.

Gueye golpea el balón para marcar el gol del triunfo sevillista. / Antonio Pizarro

El Sevilla festeja con todo el derecho la salvación de la mano de José Luis Mendilibar. El técnico vasco, como si fuera un marinero especializado en el remiendo de las redes, supo ponerse manos a la obra con una paciencia infinita para ir cosiendo todos los rotos, que no podían ser más abundantes. Y solito, pudo arreglar los desperfectos para que los sevillistas, los 35.000 que estaban en el Ramón Sánchez-Pizjuán y los que lo seguían desde sus casas, pudieran festejar a lo grande un triunfo sobre uno de los equipos que amenazan con abandonar la Primera División. El premio no tiene el lustre de todos los conseguidos durante el siglo XXI, pero que nadie olvide el valor de que los blancos respiren hondo por fin a falta de cinco jornadas para el final del curso. El mérito de Mendilibar es tremendo, sin duda.

Porque el entrenador vasco no ha tenido a sus órdenes a Kanouté, Luis Fabiano, Daniel Alves, Poulsen, Koundé, Diego Carlos, los propios Jesús Navas, Fernando y Rakitic de sus mejores días u otros de los nombres que han hecho grande la leyenda de este Sevilla desde cierto gol de Puerta al Schalke 04 en un jueves de Feria. En absoluto ha sido así y que no me venga ahora nadie a argumentar que tenía a tres campeones del mundo y dos semifinalistas de certamen de Qatar por mucho que los datos objetivos indiquen que es así. Este Sevilla acumulaba nombres con más o menos prestigio, pero era un mal equipo de fútbol. Y Mendilibar ha sabido devolverle la vida a través de sacarle mucho más rendimiento del que tienen todas las piezas juntas.

El ejemplo más claro se puede extraer de la calurosa tarde de este 4 de mayo, porque sobre el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán no había aire acondicionado, ni muchísimo menos, y el mero hecho de aguantar el esfuerzo ya era algo complicado. Pero el Sevilla consiguió lo más complicado, que era ponerse por delante frente a un rival que está casi condenado a perder la categoría y tal vez se sea benevolente incluso con ese casi. Se puso uno a cero en una jugada extraña, en un gol validado por Alberola Rojas con el consejo, increíble, de González González, a través de un remate de Bryan Gil cuando el balón provenía de un despeje de Brian Oliván y sin que el juez principal apreciera falta de Rafa Mir.

Apenas 22 minutos ante este Espanyol tan débil, pero no se olvide una circunstancia que va a tener que ver mucho con el desarrollo posterior del juego. En su afán por no destrozar físicamente a Badé, Mendilibar ha apostado por la pareja de centrales que arrancara la Liga en Pamplona. Sí, recuerden, vayan a los archivos que más les guste y observarán que Gudelj y Rekik eran los dos zagueros titulares en la primera jornada, cuando aún había mucho tiempo por delante hasta el cierre del mercado para recomponer la plantilla. Pues entre ambos se encargaron de meter en el partido al Espanyol, con la colaboración especialísima de Óliver Torres, el más claro ejemplo de la ingenuidad en un campo de fútbol.

Se había lesionado Suso, pedía la atención en la otra banda y el centrocampista extremeño, también titular en el Sevilla de esta cita, en lugar de pegarle un puntapié al balón y mandarlo al voladizo opta por ir sin la verdad para que fuera César Montes quien lo tirara o que Alberola Rojas detuviera el juego. Ni una cosa ni otra, el mexicano hace lo que haría cualquiera en una situación tan desesperada, tratar de sacar provecho de que el rival estaba con un hombre menos por el problema muscular de Suso en el otro extremo del campo.

La pelota llegó a la derecha, superioridad allí del Espanyol y el centro de Darder iba en dirección hacia Joselu, en fuera de juego, cuando lo toca primero Alex Telles y después Rekik para rematar hacia su portería y ponérselo imposible a Dmitrovic.

Alberola decreta el punto de penalti tras el pisotón de Vini Souza a Gueye. Alberola decreta el punto de penalti tras el pisotón de Vini Souza a Gueye.

Alberola decreta el punto de penalti tras el pisotón de Vini Souza a Gueye. / Antonio Pizarro

Habría un gol bien anulado a Gueye por fuera de juego, pero en ese tramo el Sevilla se convirtió en un verdadero flan. Primero, Joselu iba a fallar un gol clarísimo en una acción en la que Rekik le pierde la vista al balón y deja al delantero internacional en un mano a mano fácil ante Dmitrovic; después, Óliver Torres choca como un infantil con César Montes y todo acaba en un disparo de rosca de Puado ante la mirada de Gudelj, que no llega ni a estorbarlo siquiera, aunque posteriormente se redimiera de ese pecado con algunos cortes providenciales en la segunda mitad.

Rekik y Gudelj, la pareja de Pamplona, sí, pero restaba un tiempo por delante y este Espanyol no está ahí en la clasificación por casualidad. Mendilibar saca a Acuña y En-Nesyri, dos de los mejores jugadores de los que dispone en su plantilla, mientras el técnico rival, Luis García, considera que Darder ya no puede más y lo saca del campo. Después también a Melamed. Pese a los nervios del comienzo de este segundo acto, reflejados en una jugada en la que Joselu tiene dos opciones mal resueltas y en otro cabezazo fácil del nueve visitante, el Sevilla supo tener la paciencia para ir llegando hasta Pacheco.

Ya avisó Ocampos con un cabezazo picado con todo a favor (60') y ahí llegaría el regalo de Vini Souza al pisar claramente a Gueye en un intento de recorte del francés. Penalti y Ocampos empataba con serenidad. El Sevilla tenía un empate, que no era un mal resultado del todo, pero el Espanyol le había dado todo el campo y el propio argentino puede rematar cuando estrella un cabezazo peinado en la cruceta (86').

No fue ahí, pero sí en la siguiente, recuperación de Óliver Torres, en lo mejor que hizo en toda la tarde, aunque cuentan que jugó con fiebre por una infección bucal, Acuña recibe y ve la incorporación de Gueye para que éste remate como Kanouté en un pase del mejor Jesús Navas en cierta final en Glasgow. Tres a dos, respiro hondo para el Sevilla, ya salvado por fin, y mucho mérito para Mendilibar por haber sido capaz de revitalizar a un moribundo, dicho todo en el plano futbolístico y con el mayor de los respetos.

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