Dieciseisavos de final de la Copa del Rey

Ferrol - Sevilla: La Copa, ese estímulo diferente

Los futbolistas del Sevilla esprintan en dirección contraria a Quique en el entrenamiento del 6 de enero.

Los futbolistas del Sevilla esprintan en dirección contraria a Quique en el entrenamiento del 6 de enero. / Juan Carlos Muñoz

Jugártela con el segundo clasificado de Segunda División en su estadio a partido único tiene una dificultad inherente. Jugártela en el actual de estado de cosas en el Sevilla convierte el partido en una hazaña bélica sólo para héroes escogidos. Sin embargo no se debe obviar la carga especial que tienen estos partidos de la Copa del Rey, pues al ser a instancias irreversibles también cargan de presión al que actúa de local y se ve en la oportunidad de tumbar al grande. Las espadas, valga la pertinaz alegoría a la esgrima, están en todo lo alto en este estímulo diferente.

Porque si algo tienen estos partidos es ese carácter distinto que los dota de un atractivo especial en el que la sorpresa se convierte en una opción probable y quizá en el actual contexto lo verdaderamente sorprendente es que este Sevilla que fue durante una hora de partido al menos un pelele en manos del Athletic Club de Bilbao hace cuatro días sea capaz de zaherir al Racing de Ferrol en su fortín de A Malata, donde permanece invicto durante el último año el equipo gallego. Porque no es casual que el Ferrol esté segundo a sólo dos puntos del líder Leganés, tiene sus fundamentos y sus razones futbolísticas y una de ellas es su tremenda fortaleza en su feudo.

Onces probables. Onces probables.

Onces probables. / Infografía / E.F.

Curiosamente, el destino ha querido paliar una pequeña deuda histórica. En el otoño de 2019, el equipo gallego invitó al Sevilla al amistoso con el que iba a celebrar su centenario. Y no por casualidad, sino porque ante el Sevilla el equipo gallego logró el mayor hito en su historia: el subcampeonato de la Copa en 1939, el primer torneo que se disputó en España tras la Guerra Civil, el segundo de carácter nacional que fue a parar a las vitrinas de Nervión tras la Copa de 1935. Curiosamente, ha tenido que ser la Copa del Rey, cuatro años después, la que palie esa pequeña frustración de que se suspendiese el partido por un temporal que afectó al recinto ferrolano.

Cuatro años después las circunstancias son muy distintas, sobre todo porque el Sevilla no está para detalles versallescos ni otros romanticismos. La pésima imagen que dio el equipo ante el Athletic fue un aldabonazo negativo contra la espita de esperanza que había abierto Quique Sánchez Flores con su debut triunfal en Los Cármenes, que ya tuvo un paso atrás con esos 25 minutos finales en el Metropolitano en los que se mostró incapaz ante un equipo con un futbolista menos. Los problemas de este Sevilla, de esta plantilla, son gravísimos, porque han ido a peor en los últimos años, y eso que hace ya tiempo que se veía venir esta deriva que nadie atinó a corregir a tiempo.

Con Agoumé aún por firmar, esos problemas son especialmente dañinos en la medular. Tras la fría y húmeda despedida de Fernando, el Sevilla apenas tiene en Soumaré a un mediocampista de garantía y un problema familiar lo tiene fuera de concurso. El panorama del resto es desolador: Gudelj recupera su posición natural y se lesiona; Sow sigue cargando de razones a los críticos de Víctor Orta; Rakitic atraviesa por uno de esos picos bajos y encima está descartado por molestias... Ha vuelto Joan Jordán, otro que está en el foco de las críticas, pero quizá sea precipitado que juegue.

El panorama en la medular, tan influyente en la estructura y el comportamiento de cualquier equipo, es desoladora. Pero es que si se mira hacia delante la única referencia por ahora es la de Rafa Mir, metido en su particular falta de confianza, la que le fueron quitando en el club y la que él mismo se fue quitando. Y eso por no hablar de la zaga, una línea superpoblada en la que el más destacado es Kike Salas... Quique, entretanto, habla de nuevos estímulos, de otras vías... A ver. La Copa es el torneo de las sorpresas, dicen...

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