Sevilla FC - FC Barcelona | La previa

Nervión cree, y más sin Messi

  • El Sevilla se fía a su fortaleza en casa para intentar vencer al Barcelona y llegar muy vivo al Camp Nou

  • La feliz eliminatoria de 2010 ante aquel equipazo de Guardiola, asidero

Los sevillistas Amadou, Kjaer, Andre Silva y Ben Yedder, ayer.

Los sevillistas Amadou, Kjaer, Andre Silva y Ben Yedder, ayer. / José Ángel García (Sevilla)

Estos días se aireaba por todos lados que el Sevilla es la víctima favorita de Lionel Messi. Tanto se ha repetido lo de los 25 goles a su presa predilecta, que la parroquia blanca ve hoy mucho más factible la hazaña de eliminar al campeón de lo que lo veía cuando se realizó el maléfico sorteo el pasado viernes. Pablo Machín decía con ironía ayer en la sala de prensa que a Messi había que pararlo con un francotirador disparándole un dardo con anestesia, y el francotirador lo tenía el rosarino en casa: Valverde lo deja en Barcelona junto a Sergio Busquets, lo que tampoco es cuestión baladí.

Esta noche, todo estaba dispuesto para que las gradas de Nervión rezumaran temor con alguna acción del crack argentino. Aún está fresca su última comparecencia de la pasada Liga, el Sábado Santo. Salió desde el banquillo para desbaratar las ilusiones blancas. Del 2-0 al 2-2 por obra y gracia del genio barbudo. Messi ha martirizado al Sevilla en Liga, Copa, tres veces en la Supercopa de España y dos en la de Europa –sucumbió en la de 2006–. Sólo le faltó cruzarse en su destino en los cuartos de la pasada Liga de Campeones.

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Y precisamente esa eliminatoria de la pasada Champions es el primer asidero al que se pueden agarrar los sevillistas para levantarse del estado semidepresivo en el que los sumió el sorteo del pasado viernes añadido al lánguido partido, una vez más, en el Bernabéu. La Roma de la pasada campaña era de un potencial similar a este Sevilla. Y encontró el talón de Aquiles de ese equipazo que dirige Ernesto Valverde. ¿Por qué no emular al club que acogió a Monchi?

El reputado director deportivo seguro que así lo ha pensado desde la Ciudad Eterna. Seguro que le ha venido también a la cabeza otro firme asidero moral, necesario cuando los pronósticos te azotan con toda lógica: aquella eliminatoria de enero de 2010 donde se fraguó la última Copa del Rey que consuitó el Sevilla.Entonces, el equipo de Pep Guardiola era casi invencible en la Liga e invencible en eliminatorias. Pero el Sevilla de Manolo Jiménez saltó al Camp Nou la noche de la Cabalgata de Reyes y puso patas arriba (1-2) al mejor equipo, para muchos, que ha alumbrado este siglo XXI. En la vuelta, Palop cuajó otra de sus actuaciones milagreras y los Xavi, Iniesta, Busquets y Messi doblaron la rodilla ante un alborozado Nervión. Sí, el Ramón Sánchez-Pizjuán sabe que qué va esto.

¿Que la empresa es harto complicada? Nadie lo puede discutir. Pero este Sevilla se siente grande en su casa, con los suyos. Y esta noche va a darlo todo por torcerle el destino al equipo que ha ganado las cuatro últimas finales de Copa, incluidas dos a los sevillistas.

La lesión de Munir por un mes ha venido a dar un giro de tuerca más a la extrema dificultad de la eliminatoria. Machín tendrá que tirar con su pareja Andre Silva-Ben Yedder hasta donde llegue. Y como Muriel juega a ser Ronaldo Nazario en Florencia y Nolito también reposa en la enfermería, al entrenador sevillista igual le da por devolver al Mudo Vázquez y a Sarabia a sus posiciones más naturales, más cerca del área contraria. La necesidad puede convertirse de nuevo en virtud para el Sevilla: cuando llegaron esas plagas de lesiones en el medio, Machín se inventó ese extravagante triángulo Banega-Mudo-Sarabia que le resultó. Pero la acumulación de esfuerzos y la disolución del factor sorpresa dan ahora con un Sevilla feble en la medular. Un suicidio ante este Barça. Visto el paño, Roque Mesa y Amadou levantan la mano y se postulan para meterle vatios de potencia a la sala de máquinas. A ver qué decide Machín.

Y una inquietante duda brota en la portería. Juan Soriano ha jugado la Copa hasta ahora. Pero una gesta ante el Barça implica un desempeño estelar en la portería. Palop lo testimonia. Nervión sabe que es posible. Y más si no holla la hierba Messi.

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