El Sevilla FC ha hecho oficial el acuerdo que cerró ayer para la cesión por un año de Guilherme Arana, que jugará en el Atalanta, club que se hará cargo de la totalidad de su ficha y que tendrá una opción de compra por una cantidad de entre ocho y nueve millones de euros. Además, los italianos pagarán una prima por la cesión, que se hará efectiva de inmediato.

El jugador se despidió ayer de sus compañeros en la ciudad deportiva, donde ya no se ejercitó a las órdenes de Julen Lopetegui. Arana ponía rumbo a Bérgamo, donde se le esperaba en horario de tarde-noche.

La historia de Arana y su escasa aportación al equipo en un año y medio con cuatro entrenadores distintos resume el disparate de una apuesta que le supuso una inversión al Sevilla de 11 millones de euros por el 80% del pase. El brasileño llegó tras ganar la liga en su país con el Corinthians y llamar la atención de muchos clubes en Europa, entre ellos el Barcelona, que lo había seguido en la selección canarinha sub 20.

A Nervión, en una decisión de Óscar Árias, llegaba en teoría para acelerar su adaptación, ya que era un fichaje para la campaña siguiente a pesar de que el club llevaba varios meses de negociación.

Su rendimiento en el Sevilla ha sido ciertamente decepcionante. Sus primeros meses estuvieron marcados por su falta de forma. Participó en sólo tres encuentros de Liga con Vincenzo Montella. Cuando asumió Caparrós la dirección del equipo se le animó a ponerse en forma en verano y llegar fuerte a la pasada temporada.

Y fue quizá la fase en la que más oportunidades tuvo. Pablo Machín le dio algunas en las que no desentonó, pero en las que tampoco dijo nada. En total, apenas 25 partidos, 12 de ellos de Liga, es su balance en el Sevilla tras un año y medio. Un gol en el Camp Nou que no valió para nada en la Copa del Rey la noche del 6-1 (había marcado otro ante el Zalgiris) puede decirse que fue su única aportación. Por delante de él jugaron de lateral izquierdo hombres como Wöber, Promes y hasta Gnagnon.

La salida de Arana es una buena noticia para el Sevilla en la medida de que libera una ficha para cualquier nueva incorporación, además de permitir que llegue un refuerzo extracomunitario.

El club espera que se revalorice en Italia –con el Atalanta, junto a Muriel, jugará Liga de Campeones–, pues aún le restan tres años de contrato. Es el problema con el que se ha encontrado Monchi, que ha tenido que colocar jugadores muy depreciados en el mercado que, lógicamente, estarán de regreso cuando acaben sus cesiones.

Lopetegui y Monchi tenían claro desde el principio que el brasileño no iba a tener presencia en el proyecto, al igual que otros nombres que ya han salido también como Aleix Vidal o Roque Mesa.

Otros que también pueden salir sí tendrían otro rol si finalmente no dejan el club (Dabbur, Sergio Rico...), pero Arana era, con Escudero y Reguilón en el plantel, un cero a la izquierda.