Sevilla - Barcelona | La crónica

Perfecta definición de la impotencia (0-3)

  • El Sevilla cae con contundencia frente al Barcelona tras no saber aprovechar su buen inicio y encajar después tres goles

  • Lopetegui cambió la cara al equipo en el planteamiento, pero todo se vino abajo con los errores ante el gol y las facilidades defensivas

Bono trata de alejar el balón ante la llegada de Lewandowski.

Bono trata de alejar el balón ante la llegada de Lewandowski. / Antonio Pizarro

El Sevilla de Julen Lopetegui, Monchi, José Castro y José María del Nido Júnior tiene mil maneras de perder. Ésa es la definición perfecta de la tropelía cometida este verano en lo referente al manejo de las fichas y de las operaciones de altas y bajas. El Barcelona le enseñó la vía de la impotencia, de disfrutar de un soplo de aire fresco en el arranque de las operaciones para después caer fulminado por los errores propios, los individuales y los colectivos, en una disertación de un quiero y no puedo que llegó a desesperar a los suyos.

Porque el Sevilla tuvo esta vez una puesta en escena bastante agradable. Lopetegui, en su labor de entrenador y de intentar mover a las piezas para ocultar las múltiples carencias que le han dejado en esta plantilla para que la dirija, apostó por una especie de revolución en pos de sorprender a este Barcelona que ha hecho justo lo contrario a lo largo del verano. Es decir, que arruinado y todo sí ha fichado lo que le hacía falta a su plantilla sin inventar y sin jugar a los bigdatas y demás ocurrencias.

Pero eso pertenece a otro capítulo y lo que toca analizar es lo acontecido sobre el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán. Lopetegui ideaba un dibujo con Fernando en el central derecho en compañía de Nianzou, con los argentinos Montiel y Acuña en los laterales. En el centro del campo estaban Joan Jordán, Gudelj, cerrando, y Rakitic y la principal novedad estaba en una delantera en la que Isco partía por el centro con Lamela en la banda derecha y En-Nesyri partiendo como extremo izquierdo.

El sistema de juego era parecido, pero el brío en su desarrollo era completamente diferente, entre otras cosas porque también la presión se hacía de forma bastante individual. Incluso, llamaba la atención que Nianzou siguiera a su par, en este caso Gavi, hasta más allá del centro del campo.

El Sevilla asumía muchos riesgos, cierto, pero esa presión feroz lo conducía a recuperar el balón muy cerca de Ter Stegen. Tanto es así que un fenomenal pase de Isco habilitaba a Rakitic para haber cantado el primer gol cuando apenas se habían consumido cinco minutos de juego. El suizo llegó casi al área pequeña y trató de picarle la pelota a su ex compañero Ter Stegen, pero éste le sacó una mano increíble.

Fue la primera de las grandes paradas del guardameta alemán en una noche en la que todos corrían una infinidad de riesgos, particularmente en la zona defensiva. La segunda tendría lugar, después de varios fueras de juego claros en los que Lamela, qué casualidad, sí llegó a acertar con la red cuando todo estaba invalidado, en el minuto 18. Isco le dio un pase de magia a En-Nesyri y éste, completamente solo, buscó el palo más cercano, el que tapaba Ter Stegen y éste le respondió con un paradón impresionante. El auxiliar levantó el banderín, pero el VAR hubiera validado la acción en caso de haber entrado.

El Sevilla había tenido las dos mejores ocasiones para adelantarse, aunque también el Barcelona llegó a coquetear con alguna acción de peligro. Tampoco acertó, pero está claro que la diferencia de nivel en los delanteros era como de la noche al día. Unos fallan por castigo, los otros marcan exactamente de la misma manera. La diferencia es realmente abismal.

Y en esas circunstancias bastó con que Lamela fuera de mentira a un pase por el centro del campo para que todo se derrumbara para el Sevilla de manera estrepitosa. El Barcelona trazó la contra, Lewandowski llegó absolutamente en solitario, con todo el tiempo del mundo, hasta para picarle la pelota a Bono. El gol parecía seguro, pero Fernando lo evitó sobre la raya, aunque no sirvió para nada. Raphinha empujó el balón con la cabeza con toda facilidad.

El cero a uno servía muy pronto, sólo con 21 minutos en los cronómetros, para dinamitar el osado plan de Lopetegui. El Sevilla lo había intentado, había buscado balones profundos, incluso había tenido remates francos para ponerse por delante, pero no, la impotencia iba a volver a aparecer. El Barcelona comenzaba a llegar con mucha ventaja a través de sus extremos, pero éstos no tienen tanta eficacia como Lewandowski, afortunadamente para los sevillistas, dicho sea de paso.

Hasta que sí halló Koundé, quién si no, el camino para destrozar definitivamente a su antiguo equipo. El francés avanzó por la banda derecha, levantó la cabeza, supo el sitio justo donde dirigir la pelota, justo donde Montiel se iba a ausentar de la jugada pese a verla de cara, y buscó en su centro a Lewandowski. El polaco no lo pudo tener más fácil ante la desidia de los defensores sevillistas, particularmente Montiel. Dio las gracias y anotó el segundo.

Empezaba el calvario para todos los sevillistas, con un cero a dos en el minuto 36 que ya indicaba lo que iba a venir después. El Barcelona tuvo tres ocasiones clarísimas más antes del intermedio para haber liquidado, si es que ya no lo estaba, claro. Tampoco le hizo falta.

Lopetegui apeló a un doble cambio en el intermedio, quitó al desacertado Gudelj y también a Joan Jordán, en este caso no se sabe si por la tarjeta o por algún problema físico en el primer periodo. El Sevilla tuvo la primera a través otra vez de Lamela, pero era absurdo, tampoco iba a ir de verdad y se le fue alto el remate.

Koundé iba a volver a servir un gol a uno de sus compañeros, concretamente a Eric García, para poner el cero a tres y dejar a sus antiguos aficionados con una sensación de impotencia absoluta. Su equipo había tenido una buena puesta en escena, pero había vuelto a evidenciar que ahora está a años luz de esos rivales con los que llegó a pelear de tú a tú hasta el curso anterior.

La pregunta es dónde está el final de esa caída. Según Monchi, reaccionará rápido, pero debe ser el único que lo crea de verdad a 3 de septiembre de 2022. Es normal, él cobra por eso, como Lopetegui, Castro y Del Nido Júnior, y ha sido quien ha tomado las decisiones deportivas, que de las otras también hay bastante. El martes llega Haaland y a ver si tiene fin tanta impotencia sobre el césped.

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