Sevilla FC-Leganés

Razones para disfrutar

  • El Sevilla recibe al Leganés en una mañana ideal, con la paz social por fin firmada, el equipo entre los grandes y un gran proyecto en manos de Monchi

Banega, Franco Vázquez y el sancionado Ocampos.

Banega, Franco Vázquez y el sancionado Ocampos. / José Ángel García

Con un horizonte claramente más limpio afronta el sevillismo una mañana de fútbol casi idílica, que se acerca a lo familiar, con un horario apto para niños, con las Navidades en puertas, con el equipo de Lopetegui encaramado en los puestos más altos de la tabla, con Monchi moviendo los hilos deportivos y con los grandes accionistas por fin de acuerdo en algo.

Sin duda, todo un conglomerado de circunstancias para disfrutar de la marcha de una sociedad empeñada en crecer más aún de lo que ha hecho en este siglo, que ya ha sido bastante.

La visita del Leganés, colista, es otra ocasión para dar otro golpe de autoridad en esta Liga de momento igualada y competida, esta vez en casa, por parte de un equipo que está intratable lejos del Ramón Sánchez-Pizjuán.

La afición no puede tener quejas. Bueno, sí, se quejó de que el jueves no vio un gran espectáculo, pero ¿qué se puede pedir cuando la competición no demanda un esfuerzo de verdad y el Sevilla ya lo tenía todo hecho ante el Qarabag? Pero el sevillismo acaba de ver a su equipo ganar el derbi en el estadio del enemigo, venció al Valladolid en Pucela instaurándose como el mejor visitante de la Liga, lleva un pleno de victorias en la Europa League y goza de una envidiable salud económica, aunque en la próxima Junta de Accionistas el millonario beneficio de otros años se haya cambiado por esa paz entre las familias sevillistas que vale más que todo el oro del mundo.

La Previa. La Previa.

La Previa. / Departamento Infografía.

El sevillista tiene razones por las que sonreír en esta mañana de primer domingo de diciembre que será completo si los de Lopetegui superan en el marcador al equipo pepinero, un adversario que llega muy necesitado y con un viejo enemigo en el banquillo, el mexicano Javier Aguirre, quien guerreaba en malas artes con Osasuna y frente a aquel Sevilla de Caparrós que nada tiene que ver con lo que es hoy.

Precisamente con el utrerano en el banquillo logró el equipo madrileño su único triunfo en Nervión, hace muy poquito tiempo, un sorprendente 0-3 al final de la temporada pasada que dejó a los nervionenses sin opción alguna de Champions, un resultado que nadie de los que asistieron al campo o lo vieron por televisión pudo acabar de entender.

Pero esto de hoy es otra cosa. El proyecto tiene el sello de calidad de Monchi en su planificación y la dirección de un entrenador que está demostrando saber lo que hace y que en Valladolid dio una lección de manejar el tablero por mucho que hubiera sevillistas descontentos.

El único pero se centra en la baja de dos de los hombres más importantes en el esquema del guipuzcoano. Uno es la llave maestra, la piedra angular que sostiene el arco de entrada al templo, el brasileño Fernando, y el otro es ese azote continuo que por la derecha protagoniza Ocampos, un látigo de potencia y zancada a quien ese descontrol que lleva intrínseco lo va a dejar out durante tres jornadas por sanción federativa.

Una de las incógnitas está en ver cómo resuelve la ecuación Lopetegui en la derecha, ya que el fichaje específico de banda, Rony Lopes, está empeñado en tirar una y otra vez la camiseta de titular. Si en Luxemburgo mejoró, el jueves ante el Qarabag sacó a relucir su versión más frívola y eso seguro que no le ha gustado nada al técnico, aunque también deberá entender éste las circunstancias y la falta de competitividad que rodeaban dicha cita.

El Sevilla puede dar otro golpe a sus rivales por la Champions si no deja pasar de largo esta matinal de domingo espléndida de diciembre. Si suma los tres puntos podría abrir una brecha importante con respecto al quinto clasificado, el verdadero y real objetivo de este equipo por mucho que se esté escuchando ya saliendo de demasiadas bocas el sueño de ganar un título de Liga. Tranquilo que la barca es nueva, como dicta la sabiduría popular.

Y es que aún quedan por venir tempestades. Por eso, disfrutar del momento y no rayar el ridículo por inconformismos infantiles también es un deporte que de vez en cuando debería practicar el sevillismo, o por lo menos esa parte que en la victoria de Valladolid se quejaba de sobresaltos innecesarios y ante el Qarabag de que no salió a meterle una docena de goles.

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