Sevilla FC | Pablo Machín respira

Manotazo enorme a la presión

  • El viento viró por fin para el Sevilla, que se sobrepuso al empate, al acoso de sus perseguidores y a sus nervios con Promes y Ben Yedder de adalides

Carriço y Mercado cogen en volandas a Ben Yedder ante Munir, Jesús Navas y Sarabia.

Carriço y Mercado cogen en volandas a Ben Yedder ante Munir, Jesús Navas y Sarabia. / Antonio Pizarro

Pablo Machín le dio la vuelta al reloj de arena que amenazaba con tragárselo, granito a granito cayendo sobre su cabeza. Todos los astros que se alinearon en contra en el partido ante el Slavia de Praga se alinearon a favor frente a la Real Sociedad. Reapareció el acierto, a lo grande, y cuando más falta le hacía al propio Machín.

Cuando más acuciado estaba por la racha paupérrima de 6 puntos de los últimos 30, aumentada por el empate en Europa y por las victorias del Getafe, el Valencia y el Betis. El Sevilla empezó el partido como octavo clasificado y lo terminó como sexto. Y lo hizo con un inapelable marcador que, de paso, es el mejor empujón anímico para la cita del jueves en Praga.

Dentro de esa alineación de astros el infortunio hizo aparición en los dos partidos precedentes en los momentos clave. Tanto en Huesca como ante el Slavia. Pero el Sevilla, con su afición y como conjurado en el descanso, le dio un manotazo a esa presión que lo aprisionaba, que lo asfixiaba.

Justo es decir que antes del descanso ya había merecido el Sevilla deshacer el empate con el que Oyarzabal amenazó con tumbar la reacción del equipo en la primera parte. El Sevilla se liberó en un dechado de energía, de hambre, de ansia. La furia del necesitado hizo acto de presencia en la presión adelantada, en las constantes combinaciones y permutas, en la avidez y la profundidad de Promes desde la banda izquierda. Y Ben Yedder, después de que Sarabia abriera la lata, le dio continuidad poniendo la firma a un buen trabajo colectivo.

Pablo Machín hizo extensivo en su comparecencia posterior ese mérito a todo el equipo y también a la afición, que se sacudió los nervios y apretó los puños tras el empate y siguió empujando al equipo al son que marcaban Roque Mesa, Banega, Jesús Navas, Sarabia, Munir... y Promes y Ben Yedder.

Las dudas del empate quedaron en nada después de otro desajuste que casi aprovecha Oyarzabal de nuevo, aunque Mercado en esa ocasión arriesgó y le arrebató por detrás la pelota. Y el Sevilla se sacudió todos sus miedos.

El final del primer tiempo fue la antesala de una salida en tromba de las que hacen afición. Es difícil imaginar que no hubiese algo de conjura en el vestuario al descanso.

En el minuto 47 ya sacó un defensa en la raya un empalme de Ben Yedder tras una buena combinación entre Jesús Navas, el propio delantero y Sarabia. Mercado se unió al zafarrancho con un tirazo que sacó Rulli en ese mismo minuto. Y en el 48 llegó el 2-1, tras una presión de Roque Mesa que aprovechó Jesús Navas para darle a Ben Yedder la ocasión de iniciar su triplete, de sutil toque cruzado.

En esta ocasión no hubo relajación tras el 2-1. En pleno asedio, el Sevilla aún tenía mucha angustia que sacarse de sus adentros y lo pagaron Raúl Navas, Héctor Moreno, Theo, Rulli y el resto de zagueros donostiarras, incapaces de saltar esa línea de hambrienta presión. En tres minutos, del 58 al 61, Ben Yedder cerró la goleada, en plena comunión con la grada.

El partido fue perfecto aun con el penalti de Mercado. Incluso volvió Gonalons a jugar. Y la afición dejó en el aire, a pleno pulmón, su habitual canto a la casta, el ritual para las remontadas europeas.

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