En la circular número 4 del Comité Técnico de Árbitros se especifica cuáles son las manos punibles con sanciones técnicas (faltas) y disciplinarias (tarjetas). El Sevilla tuvo la torpeza en Getafe no sólo de olvidar estas directrices, que igual que llegan a los árbitros en verano también llegan a los clubes, sino de reincidir en el escaso lapso de 15 minutos, del 31 al 47. Que Franco Vázquez saltara con los brazos abiertos ya fue un fallo. La voluntariedad ya no es la clave, ni que la mano vaya al balón, sino que los brazos estén abiertos ocupando más espacio. Que Escudero reincidiera es hasta más grave.
Joaquín Caparrós reconoció tras el partido que los futbolistas deben revisar las imágenes para no reincidir en este fallo técnico. El error es de partida, porque la circular se conoce desde el 17 de agosto, tras los seminarios arbitrales que hay cada verano antes de que comience la competición. Pero es que esta revisión de la regla de las manos ya estaba vigente desde la temporada anterior.
Resulta cuando menos desconcertante que en este fútbol superprofesionalizado en el que los clubes presumen de extensísimos cuerpos técnicos y estructuras departamentales con analistas de cada uno de los factores que inciden en el juego –incluido el arbitral– en el Sevilla se haya pasado por alto cuestión tan importante, agravios comparativos aparte. Quedan cinco jornadas y Caparrós tiene trabajo ahí: debe releer la circular y trasladarla a toda la plantilla. Sería ridículo que volviera a pasar.
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