Sevilla FC

Una Navidad de esperanza

Julen Lopetegui, Monchi y José Castro, durante un entrenamiento del Sevilla en la ciudad deportiva.

Julen Lopetegui, Monchi y José Castro, durante un entrenamiento del Sevilla en la ciudad deportiva. / Antonio Pizarro

Esperanza, expectativa, incertidumbre... Es difícil medir qué sensación tiene el sevillismo sobre lo que le puede ofrecer el Sevilla en 2020. Pero es difícil cuestionar que las apuestas de Monchi en Julen Lopetegui y en la revolucionada plantilla que configuró entre la primavera y el verano del año que se va están bien ratificadas por dos datos objetivos irrefutables: el tercer puesto en la tabla y el estatus de ser el mejor visitante de la Liga. No sólo de la Liga, sino también de toda la historia del club al término de la primera vuelta.

Son datos para creer con fundamentos en que el giro sustancial en lo deportivo que ha dado Monchi en su regreso está dando frutos por encima de las expectativas que había cuando fue anunciado Julen Lopetegui como entrenador. Aunque, igual que hay datos objetivos incuestionables en lo positivo, hay otras cuestiones que pueden llevar a la inquietud ante lo que puede deparar la segunda parte de la temporada: las deficiencias de la delantera y los bajones de rendimiento tras el solsticio invernal en las tres campañas precedentes, incluso la última de Monchi antes de su marcha, la de Jorge Sampaoli.

Ese temible cambio de dinámica en la segunda vuelta se dio sobre todo el curso pasado, cuando el Sevilla era tercero en la decimoctava jornada con 33 puntos, uno menos que ahora, antes de la defenestración de Pablo Machín. Pero también en la 17-18, cuando Vincenzo Montella relevó a Eduardo Berizzo en plena Navidad, siendo el Sevilla quinto con 29 puntos en la decimoséptima jornada.

En mucha menor medida, podría hablarse también de cierto bajón con la entrada del año nuevo durante la campaña 16-17, en la que Sampaoli tenía al Sevilla segundo en la tabla al término de la decimoctava jornada, con 39 puntos, cinco más que ahora. Posteriormente, el equipo nervionense dilapidó una ventaja de hasta ocho puntos sobre el Atlético y quedó cuarto, viéndose obligado a jugar la previa de la Champions y, sobre todo, se desinfló al caer ante un presumible rival asequible en octavos del máximo torneo continental, el Leicester City, entonces vigente campeón de la Premier League. Fue un palo que le quitó brío a aquel prometedor Sevilla.

Lopetegui ha logrado que su Sevilla sea muy fiable sobre la base de la seguridad defensiva, aun con la cortapisa de un fútbol control que llega a exasperar al sevillismo en ciertos partidos. Pero el dato de que es el mejor visitante de la Liga, el haber sumado 20 de 30 puntos a domicilio y que Vaclik no haya encajado ni un gol en ocho de los 18 partidos ligueros refuerza esa opción táctica y estratégica. En esa fiabilidad se fundamenta la esperanza con la que el sevillismo afronta esta plácida Navidad, al margen del asunto del gran pacto de los accionistas mayoritarios, que le ha puesto un condimento inesperado a la Junta de Accionistas del próximo 30 de diciembre.

Pero esa esperanza se vuelve incertidumbre cuando se miran los números de una delantera cuyos integrantes sólo han sido capaces de marcar cinco de los 23 goles del equipo en la Liga. Sólo Ocampos iguala la producción de De Jong, Chicharito y Munir, el delantero centro que menos ha jugado en su posición natural y, curiosamente, el máximo goleador del equipo, sumando sus dos tantos en la Liga a sus cinco en la Europa League.

La afición espera que Monchi, que ha bromeado en un mensaje institicional sobre los tres primeros fichajes de invierno refiriéndose a los Reyes Magos que visitaron a la plantilla, mejore el apartado ofensivo en el mercado de enero y no sería extraño que hubiese algún movimiento visto el pobre rendimiento de dos de los fichajes de ataque: De Jong y Rony Lopes, una gran apuesta con un rendimiento marginal.

El Sevilla gana muchos partidos por la mínima, gracias a su seguridad defensiva y a su fútbol control, pero a partir de enero y febrero se sumarán, presumiblemente, eliminatorias de Copa de nivel y de Europa League, hasta ahora muy factible para reservar a los pilares del once de la Liga. Y ahí está la madre del cordero, si el Sevilla, con estos mimbres y esta delantera tan poco eficaz, será capaz de mantener el listón alto en la Liga y competir en unas eliminatorias cada vez más exigentes. Ahí está la disyuntiva entre la esperanza y la incertidumbre con la que el Sevilla llega a 2020.

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