Sevilla-Real Madrid | Contracrónica

Academicismo frente a automatismos

  • El Sevilla, sin su habitual presión ante la calidad del Madrid, vuelve a mostrar sus carencias ofensivas, algo que no sólo depende de De Jong, muy señalado

Martínez Munuera muestra a De Jong una tarjeta por protestar tras pitar el final del partido.

Martínez Munuera muestra a De Jong una tarjeta por protestar tras pitar el final del partido. / Antonio Pizarro

El fútbol es un espectáculo de masas sobre el que se ha construido un gran negocio. Pero, ante todo, para la inmensa mayoría, es una actividad de ocio. El aficionado no tiene por qué estar pendiente de análisis tácticos, informes técnicos, webs especializadas, big data y demás monsergas de los profesionales. El aficionado se acerca al campo de fútbol a disfrutar. Por eso, es lógico que se tomara el inicio y el liderato del Sevilla con la ilusión de ver a su equipo en lo alto, batiendo registros a domicilio y dando una imagen de bloque sólido que sabe a lo que juega. Cosa distinta es la lectura que deben hacer los técnicos. Y éstos ya debían saber antes de la visita del Real Madrid que algo estaba fallando, sobre todo en el remate y el gol.

La primera derrota del curso puede venir bien para que los avisos que ya había dado el Sevilla, tanto a domicilio como en el único partido en el Sánchez-Pizjuán, lleguen diáfanos a las flamantes oficinas del estadio Jesús Navas. Porque este equipo, nuevo, en formación, tras una revolución total, tenía y tiene margen de mejora. El Sevilla se ha cimentado sobre la presión colectiva, coordinada y adelantada; sobre los robos y los ataques rápidos, también los ataques estáticos bien construidos, de banda a banda... Pero ha tenido un defecto importante en la finalización de los numerosos ataques que propicia. Y ha marcado varios goles a balón parado.

De Jong, justificado por Monchi y Lopetegui como un delantero trabajador importantísimo para la estructura del equipo, focaliza ya claramente el debate de la falta de gol de un Sevilla que sólo se ha desmelenado de verdad, en la faceta goleadora, en Bakú, y sólo a raíz de que Chicharito abriera el marcador con una falta directa.

Al Celta también le marcó tras una falta de Banega rematada por Franco Vázquez. Y al Alavés lo venció con una falta directa de Joan Jordán, artífice del gol en Granada a la contra, donde De Jong fue algo lento a la hora de rematar en la frontal. En Cornellá, el holandés sí participó en el gol en un rechace de Reguilón y Nolito marcó un gran gol ya a favor de querencia. Pero todo ha parecido demasiado poco para el enorme esfuerzo colectivo de un Sevilla sacrificado, mandón y asediador.

No consiguió esto ante el primer rival de entidad que ha tenido. El Madrid le dio de su medicina. Lo amedrentó con presión adelantada y robos que solventó Vaclik por dos veces, y lo maniató con rápidas combinaciones, a dos toques, desarbolando su intento de presionar. Sólo fue eso, un triste intento. Todo lo demás, demasiado academicismo ante el que sólo se rebeló el visceral Ocampos, cuyos centros, cuyos arrebatos no supieron leer ni De Jong ni nadie. Al Sevilla le sobra academicismo y le faltan automatismos ofensivos. Curiosa paradoja.

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