El portero del Sevilla FC evitó un final amargo ante el Valladolid

El Can Cerbero de una divina comedia

  • Vaclik evita con su gran parada a Ünal un final amargo y alimenta la mayor ilusión

  • Tan gigante parece, que hasta tapa el debate de reforzar la portería

El portero del Sevilla, Tomas Vaclik, festeja el triunfo ante el Valladolid.

El portero del Sevilla, Tomas Vaclik, festeja el triunfo ante el Valladolid. / Antonio Pizarro (Sevilla)

Con un portero que salve puntos y un delantero que las meta, un equipo de fútbol puede viajar tranquilo a cualquier lugar del mundo. Y del inframundo. Se puede plantar con gesto gallardo en los mismísimos avernos de Dante. Si al sevillismo esta Liga le sabe cada vez más a divina comedia y la disfruta, es en buena parte porque el temido Can Cerbero juega para ellos. No tiene tres cabezas, según dicta la mitología clásica. Pero sí que abre unas manos descomunales, con las que bloca el más dulce sueño de los sevillistas. Si ayer durmieron líderes, fue gracias a su héroe de nuevo cuño.

Llegó de puntillas y bajo miradas de recelo. Cayó de pie en aquellas sórdidas eliminatorias previas de la Europa League y, transcurrido el primer tercio de la Liga, entra en el debate de cuál es hasta ahora el mejor portero del campeonato.

Ayer, entró un poco más en el corazón de la afición. Cuando el Sevilla no terminaba de sentenciar y Pablo Machín vio claro que había que custodiar ese gol de Andre Silva como fuera –dentro Amadou, fuera el portugués–, hasta Ben Yedder captó el mensaje y ayudó, y mucho, a defender con su habilidad para esconder la pelota.

Los centrales Carriço, Kjaer y Sergi Gómez se estaban manejando con solvencia y tibios apuros. Les ayudó el excesivo respeto que Sergio González, el técnico de los pucelanos, le tuvo al Sevilla de salida. Hasta Óscar Plano, el mediapunta con más capacidad para secundar a la referencia arriba, Duje Cop, actuó prácticamente como segundo lateral derecho por delante de Antoñito. Pero los derroteros del partido, a medida que el Valladolid se veía forzado a arriesgar cada vez más, ya con Enes Ünal en el corazón del área, recordaban a precedentes dolorosos por el Ramón Sánchez-Pizjuán. A esos finales típicos y tópicos del “quien perdona, lo paga”.

Otra temporada cualquiera, este partido, que no era un partido cualquiera porque el Sevilla litigaba por el liderato, hubiera acabado en unas amargas tablas por un gol encajado sin tiempo para más. Si el guión hubiera sido fiel a la historia, esa media vuelta del delantero turco y su misil al techo de la portería blanca hubiera acabado dentro. Como acabó, por ejemplo, el balón empujado por el canario Ángel en el último minuto del Sevilla-Getafe de la pasada Liga tras aquel discutidísimo choque entre Juan Cala y Sergio Rico.

Vaclik, por ahora, despeja esas esaboriciones. Si hay un balón que cae de la estratosfera, al que van como jaguares tres del equipo contrario, el sevillista sabe que van a emerger las enormes manoplas del checo para blocar o, en su defecto, reventar el cuero hacia una de las bandas. Por ahora, el guardameta es un seguro enorme por su regularidad. Hay porteros sobrios como una túnica de ruán negro –Zubizarreta antes, Buffon, Cech, Oblak ahora– y los hay heterodoxos como el uniforme que soñó Rodríguez Ojeda para los armaos: el Mono Burgos antes, Keylor Navas hoy. Entre los guardametas que han triunfado en la época contemporánea con el cangrejo del Sevilla en el pecho, curiosamente, abundan más los versos sueltos: aquel Paco Buyo que apenas llegaba al metro ochenta de estatura y que volaba a las escuadras; el mismísimo Palop, una mixtura única entre espectáculo y efectividad; o en una versión menor pero más fresca en la memoria, el portugués Beto.

Vaclik ha cambiado la tendencia. Con su planta y sus manoplas, también con su aplomo y su continencia, pertenece a la primera estirpe. Como su compatriota Cech. Seguro que Machín, también hombre austero como la tierra soriana que lo vio nacer, se alegra cada día de ello.

Ahora que quedan pocas semanas para que se vuelva a abrir la ventana del mercado, en los cenáculos sevillistas se debate sobre las demarcaciones más cogidas con alfileres en la plantilla: que si hace falta un central más, que si un lateral izquierdo visto el nivel de Arana y hasta Escudero, que si un goleador. Y pocos reparan en la portería pese a que el Sevilla, que empezó la temporada a finales de julio, se le puede convertir la temporada en un infierno por la acumulación de esfuerzos en el selecto grupo de los buenos. Para qué inquietarse, si el Can Cerbero se alinea con ellos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios