Standard-Sevilla | Contracrónica

Desenchufado y sin interruptor

  • Los de Pablo Machín salieron fríos y los cambios no conectaron al equipo

  • En tres partidos en el Maurice Dufrasne el Sevilla no ha marcado ningún gol

Sarabia pide explicaciones al asistente mientras el colegiado alemán Siebert le muestra la tarjeta roja, pese a las protestas de Carriço.

Sarabia pide explicaciones al asistente mientras el colegiado alemán Siebert le muestra la tarjeta roja, pese a las protestas de Carriço. / Stefen Gaultier

Con el amplio bagaje europeo del Sevilla en los últimos años sigue repitiendo esos fríos partidos en el norte y este del continente en los que empieza desconectado y acaban saltándole los plomos.

Ocurrió en Lieja, donde el conjunto de Pablo Machín salió desconectado y sin tensión, quizá sabiendo que un empate le bastaba para sellar el pase a los dieciseisavos de final de su competición fetiche y que el resultado terminaría cayendo, cual fruta madura, tarde o temprano, y cuando quiso enchufarse no encontró el interruptor para hacerlo. Ni los jugadores lo hallaron ni el técnico dio con la tecla con los cambios. Sarabia acabó expulsado, Andre Silva no encontró su sitio con tanto atacante junto y Muriel acrecentó las dudas sobre su rendimiento con disparos francos a la nada.

Y eso que el cuadro nervionense debía saber qué se iba a encontrar en el Maurice Dufrasne. Un campo que ya ha visitado en tres ocasiones con la de anoche y donde sigue sin marcar. En la 2008-2009 cayó por idéntico resultado, 1-0, y en la 2014-2015 empató a cero, si bien esa campaña acabó conquistando ante el Dnipro (2-3) su cuarto título del torneo tras una final en la que ya estaban en la escuadra nervionense Banega, un Carriço que se señaló a sí mismo en un par de ocasiones siendo el primero que levantaba la mano reclamando fuera de juego cuando era él quien lo rompía y un Aleix Vidal que, de momento, en nada se parece al que hizo las maletas camino del Camp Nou.

Machín, quizá con el miedo en el cuerpo por el sufrido triunfo de la jornada anterior en Turquía, también en inferioridad numérica, dejó en tierras belgas más titulares en el campo que en aquella ocasión, pero ni Roque Mesa, ni Promes ni Aleix Vidal dieron un golpe sobre la mesa para llamar a las puertas del once tipo ante el poderío físico del cuadro valón, que volaba en ataque y mordía en defensa entre pirueta y pirueta de Luyindama para levantarse del suelo. El central se las llevó todas por arriba y estuvo atento al corte, todo lo contrario que los zagueros visitantes, tan fuera del partido que en la jugada tonta de la noche por la falta de entendimiento de Kjaer y Vaclik al meta le dio tiempo a salirse literalmente de su portería, tapar hueco a las belgas que llegaron y ver cómo Djenepo lanzaba al larguero antes de que alguno más de blanco llegara al área.

Ahora al Sevilla le toca sacar la calculadora de cara a la última jornada en la que puede pasar de todo –incluso un triple empate con Krasnodar y Standard del que saldría beneficiado– y que debe afrontar con una única idea: ganar para evitar sustos. Salir enchufado para no tener que conectarse a la carrera.

Banega se lamenta con el marcador del Maurice Dufrasne al fondo. Banega se lamenta con el marcador del Maurice Dufrasne al fondo.

Banega se lamenta con el marcador del Maurice Dufrasne al fondo. / Stefen Gaultier

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios