La crónica del West Ham - Sevilla

Víctima de un sinfín de debilidades (2-0)

  • El Sevilla cae eliminado en la Liga Europa al no ser capaz de imponer su fútbol ante un West Ham que, sin ser nada del otro mundo, sí acertó con sus dos goles

  • Un paradón de Areola a En-Nesyri con 0-0 fue clave y la única llegada sevillista de verdad

Soucek salta con comodidad por encima de Augustinsson para anotar el uno a cero.

Soucek salta con comodidad por encima de Augustinsson para anotar el uno a cero. / Andy Rain | Efe

Triste adiós del Sevilla a la competición en la que se convirtió en el rey con sus seis títulos en este siglo XXI. El equipo de Julen Lopetegui se despidió en los octavos de final ante un rival que, sin quitarle méritos, no necesitó hacer mucho para aprovechar todas las debilidades que afectan en estos momentos a la plantilla sevillista. Y que nadie espere que quien estas líneas redacta se escude en ningún tipo de suerte, ni la mala ni la buena, como justificación para esta caída de un equipo que ha entrado en una fase bastante decepcionante para todos los suyos, tal vez incluso para los que defienden su escudo de manera profesional.

El Sevilla transmite impotencia por mil razones. Las lesiones de sus futbolistas es una de ellas, por supuesto que sí, porque en Londres no estaban Diego Carlos, Rekik, Acuña, Papu Gómez, Suso y Lamela, entre otros elementos de tremenda trascendencia en esta plantilla. Tampoco viajaba Ocampos por haberse quitado del cartel de manera absurda en la ida, que en eso poco tiene que ver la fortuna y sí la mala cabeza del futbolista. Sí estaba Fernando, pero cabe suponer que era para ocupar una plaza en el avión y para animar a los suyos, pues en un partido con seis cambios no tuvo ni siquiera un minuto.

Pero mal harían los encargados de analizar las cosas en el Sevilla si sólo se quedan con esa circunstancia. El equipo se ha derrumbado desde que la hoja del calendario atravesara 2021 y se metiera en 2022. Desde entonces, a pesar de algunos ramalazos de hombría para sumar triunfos muy meritorios, la imagen es decadente y en este magnífico London Stadium donde juega sus partidos el West Ham se pudo ver la suma de todos los defectos.

Lopetegui podía poner en liza a un once con nombres más o menos capacitados para ser titulares. Prácticamente los once profesionales que defendían la camiseta blanca del Sevilla tenían nivel para jugar de inicio, con la salvedad de un Augustinsson que deja mucho que desear cada vez que ha tenido que sustituir a Acuña, hasta el punto de que su entrenador siempre había preferido colocar a Rekik en esa posición. Los dos goles tuvieron al sueco como protagonista final directo en el plano negativo. En el primero, Soucek saltó por encima de él por la sencilla razón de que leyó mal la jugada. Es verdad que el checo es muy alto, pero no se olvide que Augustinsson no es precisamente un lateral pequeño, más bien todo lo contrario, y se deja ganar la pelea con una facilidad desesperante para los suyos. En el segundo fue a marcar a José Ángel o, al menos, eso pareció y el balón fue justo a donde estaba él para que Yarmolenko marcara a placer.

Joan Jordán se echa la mano a la cabeza junto a Delaney. Joan Jordán se echa la mano a la cabeza junto a Delaney.

Joan Jordán se echa la mano a la cabeza junto a Delaney. / Andy Rain | Efe

¿Perdió el Sevilla por tener a Augustinsson en el lateral izquierdo como sustituto de Acuña? Seguramente no, sería tremendamente injusto aseverar eso, pero que el sueco tuvo una colaboración particular en el triunfo del West Ham, por mucho que en ataque sí estuviera acertado con algunos pases atrás, particularmente en el que Areola le hizo un paradón brutal a En-Nesyri, tampoco se puede obviar. Cualquiera que vea medianamente el fútbol se puede percatar de ello en sus análisis.

Pero hubo más en esta imagen de impotencia del Sevilla en Londres. La sensación que transmiten muchos de sus futbolistas es haber llegado en un punto de fatiga que les impide tener piernas para llegar con ventaja a balones que no tienen dueño. El West Ham, además, salió con mucha intensidad, con la idea de no permitir la circulación de los sevillistas y éstos eran incapaces de mover la pelota con tranquilidad. Es más, la perdieron con demasiada celeridad en el primer cuarto de hora y eso provocaba que todo se desarrollara muy cerca de Bono.

Es verdad que tampoco se produjeron ocasiones muy claras de gol, entre otras cosas porque al West Ham tampoco se le puede pedir mucho más para calidad técnica de sus futbolistas, que sí, las pelean todas, son físicos, pero de fútbol tampoco es que tengan en exceso. Un cruce providencial de Gudelj ante Lanzini fue lo único reseñable hasta que el Sevilla comenzó a estirarse y a combinar. Soucek había sacado una falta lanzada por Joan Jordán desde la corona del área y después llegó una de las jugadas clave.

La mejor combinación forastera en todo el partido llevaba el balón de un lado a otro para que Martial habilitara a Augustinsson con un excelente taconazo. El sueco la puso atrás con todo a favor para En-Nesyri y el marroquí sacó un disparo fortísimo al contrapié de Areola, pero el paradón fue espectacular, impresionante. Paradójicamente, de inmediato Bono tuvo que lucirse también ante Antonio y Gudelj iba a salvar después el gol de Soucek. Una por otra y dentro de ese equilibrio general llegó una pérdida de Delaney en la salida que acabaría en el uno a cero del West Ham.

Los hammers no necesitaban mucho, pues, para igualar la eliminatoria. En el segundo periodo ambos equipos buscaban el gol sin hacerlo, esperando a que les cayera por madura la fruta. Y, pese a algunas llegadas, ninguno llegó a materializarlo. Un par de uys para ambos, los del Sevilla en un tiro de En-Nesyri y otro de Tecatito en un pase de Jesús Navas que sí fue una opción más clara.

Prórroga y en ese cara y cruz el primer aviso llegaba a través de Soucek en un cabezazo en el segundo palo que, paradójicamente, tampoco evitaba Augustinsson. Pero todo estuvo muy en el aire, Lopetegui fue recurriendo a los chavales del filial y al final todo se decidió en un balón repelido por Bono para que rematara Yarmolenko, un ucraniano para dotar de emotividad al gol. El Sevilla caía en su competición víctima de la más triste de las impotencias, o de un sinfín de debilidades, como se prefiera.

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