Villarreal-Sevilla | La previa

Un reto sobrado de literatura

Rakitic toca el balón con el interior del pie en presencia de Koundé y Escudero.

Rakitic toca el balón con el interior del pie en presencia de Koundé y Escudero. / Juan Carlos Vázquez

Ni el mejor guionista cinematográfico hubiera ideado un contexto tan apropiado como el que rodea a este Villarreal-Sevilla en el Estadio de la Cerámica, El Madrigal de toda la vida, en el que los de Julen Lopetegui persiguen la tercera plaza y los de Unai Emery una clasificación para la Europa League que ciertamente tienen a tiro.

Con todo el sevillismo entonando ya el “otra vez será”, por aquello del sueño efímero de ganar una Liga de las de ahora, entre los objetivos que aún mueven a este grupo que se ha ganado el respeto de toda la familia del fútbol nacional y europeo está el de machacar el récord de puntuación que dejó grabado el entrenador de los amarillos en 2015.

Emery es historia grande en el Sevilla. Sin ninguna duda, uno de los mejores entrenadores que han pasado por Nervión y ahí están sus tres títulos consecutivos de Europa League, el torneo que ahora también tiene a la mano con el Villarreal, al que ha llevado a su primera final.

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Lopetegui y Emery, guipuzcoanos ambos, coinciden en similitudes en este crecimiento inacabable del proyecto de Monchi. Un Villarreal-Sevilla se ha convertido ya en un clásico de la Liga que tuvo hasta su reminiscencia en Europa, en los octavos de final de la edición de 2015, marzo para más señas, con Marcelino –otro ex sevillista– y Emery en los banquillos, sólo un mes antes de que en la Liga el Sevilla alcanzara esos 76 puntos, cifra virgen hasta la fecha en la historia liguera de la entidad.

Un triunfo visitante esta tarde elevaría la marca a 77 con la posibilidad de ponerle la guinda y llegar a los 80 ante el Alavés en el Sánchez-Pizjuán, algo que probablemente daría a los de Lopetegui la opción de convertir el actual cuarto puesto en un tercero para hacer aún más histórico un ejercicio de matrícula de honor pase lo que pase.

Con Bacca, Iborra y Alberto Moreno en la plantilla del adversario, sería negar la mayor si se dijera que todo lo que rodea a este duelo no huele historia del Sevilla, a ese Sevilla europeo que se hizo dominador absoluto de la segunda competición continental. Además, los protagonistas firmarían que el Villarreal de Emery tomara el testigo de ese equipo que en Colonia ganó ante el Inter su sexto cetro del torneo.

Es posible que haya llegado ya el equipo con las fuerzas justas y de ahí que Lopetegui, cerrado ya el objetivo de la Champions e imposible el de la Liga, haya soltado la cuerda de las rotaciones. No muchas, las justas, como hizo ante el Valencia y puede que repita frente al Villarreal. Para empezar, Joan Jordán se quedó en Sevilla con la argumentación –esgrimida por el propio club– de que va a ser padre, algo absolutamente impensable con objetivos en juego. Que se quede en Sevilla por ello, no –evidentemente– que vaya a tener su esposa o pareja una criatura.

Pero ello da una muestra de lo que ha sido y lo que es ya la temporada del Sevilla, que si no está en chanclas sí al menos en zapatillas casual o de deporte cómodas.

Sí añade literatura a la cita la presencia de público por primera vez desde que se inició la pesadilla de la dichosa pandemia, lo que dará un colorido especial a la cita y eliminará sonidos que se han hecho habituales en el fútbol de este periodo. Las voces de los protagonistas se verán sumergidas de nuevo por la pasión de la grada, aunque para empezar sean sólo unos 5.000 espectadores que vivirán privilegiados un momento histórico.

A simple vista a lo mejor pueda parecer que se van a relajar los de Lopetegui llegados a este punto y sin un reto más o menos potente, pero igual que se habla y no se para de este grupo relacionándolo con el “dicen que nunca se rinde”, que nadie dude que este Sevilla es capaz de sorprender al más pintado. Hasta el rabo todo es toro.

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