Como un campeón en sus días grises (3-4)

Osasuna-Sevilla FC · La crónica

El Sevilla saca adelante la cita ante el colista con la sensación de que gana también en sus partidos malos.

Los goles de Iborra tiran del equipo para alcanzar el récord histórico de puntos en la primera vuelta.

El Osasuna-Sevilla, en imágenes / EFE
Francisco José Ortega

22 de enero 2017 - 14:46

Nuevo paso adelante para el Sevilla de Sampaoli incluso cuando desarrolla un fútbol de lo más discreto y sin el glamour que se le presupone al tan pregonado ideario del entrenador argentino. Pero el fútbol se basa en anotar más goles que el adversario en el acta arbitral, es tan simple como eso por mucho que los exégetas de no sé qué se empeñen en lo contrario cuando les interesa vender sus gustos de mentira. La única verdad es que los sevillistas, en uno de sus días más grises, tuvieron la calidad suficiente para meter la pelota entre los tres palos de la portería rival cuatro veces fuera de casa. Igual que lo hicieron en su anterior cita como forasteros ante la Real y eso quiere decir que el equipo tiene un potencial arriba que le permite sacar situaciones complicadas adelante. El resultado final son los 42 puntos que ya lucen en el casillero nervionense cuando se finiquita la primera vuelta del campeonato, números sin duda dignos de un campeón.

Salió a relucir en esta ocasión la versión más prosaica de la tropa de Sampaoli. Y hay una razón por encima de cualquier otra para que fuera así. El Sevilla intentó vestirse con el traje de El Sadar nada más comenzar el juego y puso todo de su parte para adaptarse al medio. Es verdad que el campo estaba en malas condiciones por las heladas de los últimos días y también que Osasuna, dentro de sus limitaciones, trataba de apretar arriba para impedir la salida del balón de los visitantes. Todo muy lógico dentro de un partido que enfrentaba, además, al colista de la clasificación con el segundo de la tabla.

Lo que no era tan normal es que el Sevilla le cogiera tanto gusto, y tan pronto, al pelotazo desde atrás como única forma para sentir confort en las cercanías de Sergio Rico. Era una manera diáfana de huir del estilo, de no complicarse y este partido, con dos equipos en las antípodas en lo referente a la calidad, tal vez exigía justo lo contrario, es decir, tocar la pelota, provocar el desgaste de los pamplonicas en su presión y no tener miedo a una pérdida tonta a la hora de manejar el juego. Entre otras cosas porque la vía del pelotazo elegida por los discípulos de Sampaoli tampoco garantizaba que no existieran esos errores y sí permitía que todo se equilibrara sobre el terreno de juego.

Los voleones de Rami, Pareja y compañía fueron continuos en lugar de buscar a N’Zonzi en la segunda línea para que todo fuera más fácil para los sevillistas. Además, en esos momentos se echaba en falta, como no podía ser de otra forma, la presencia de Nasri para bajar a pedir el balón y facilitarle la salida a los suyos. Sampaoli, que había apostado por ese híbrido que ya puso en práctica en San Sebastián entre defensa de tres y de cuatro, dependiendo de que Mercado fuera el central derecho o el lateral, con Mariano como interior, seguro que no estaba demasiado de acuerdo con el proceder de sus zagueros en los pelotazos sin mucho sentido para quitarse el agobio que se les venía encima.

El castigo para semejante forma de afrontar el juego fue un simple saque de banda a la altura de los banquillos. La pelota le cayó a Roberto Torres casi en la línea de fondo y Rami cometió la ingenuidad de quitarse para evitar el córner. Sergio León se encargó de penalizar a un Sevilla que no había arrancado de la mejor manera posible. Tampoco mejoró en exceso a raíz de ahí, incluso Sergio Rico tuvo que salvar otro intento de Sergio León tras un córner, pero al final la diferencia de calidad tenía que imponerse.

Ni siquiera les hizo falta a los blanquirrojos cambiar de marcha, tal era la confianza en sus opciones. Y así, después de un par de llegadas con peligro de N’Zonzi y Ben Yedder, Iborra enganchó un empalme en el borde del área, el balón se estrelló en el poste, pero Jovetic demostró su calidad para poner otra vez el gol en las botas de Iborra. Empate de los llamados sicológicos antes del intermedio y a iniciar un partido nuevo después.

Las instrucciones de Sampaoli fueron claras tras ese tiempo de descanso, pues su equipo ya sí tocó sin rifarla desde atrás, incluso la defensa de tres ya fue evidente con Mercado como central claro. Pero tampoco se produjo una mejoría en el global del juego y hasta un nuevo despiste de Rami le pudo costar caro al Sevilla de haber estado más acertado Roberto Torres. Fue el preámbulo al gol en propia puerta de Iborra.

N'Zonzi presiona a Roberto Torres. / EFE

El Sevilla estaba otra vez por debajo y debía arremangarse. Pero Osasuna era el colista por algo y se derrumbó en el mismo instante en que N’Zonzi comenzó a acaparar todo el juego. Sólo dos minutos después del 2-1 llegaba el empate por parte de Iborra en nuevo gesto de calidad de Jovetic, con un preciso pase a Ben Yedder. Todo comenzaba a estar cuesta abajo para los blancos.

La decisión de Sampaoli de meter a Sarabia en el lugar de Mercado lo hizo todo mucho más fácil. El Sevilla, con N’Zonzi en su versión imperial, se comió a Osasuna en ese tramo, entre otras cosas porque superaba la presión inicial y siempre atacaba en superioridad. El premio le debió llegar en un cabezazo de Rami que provocó una parada espectacular de Mario, pero en el córner siguiente Franco Vázquez tiró de astucia para empujar lo justo a Oriol Riera y cabecear así en solitario bajo los palos el perfecto centro de Sarabia.

Ya comenzaba a estar todo decidido a favor del equipo con mayor calidad sobre el césped. Con ventaja, el Sevilla tuvo varias salidas que malogró por malas decisiones arriba hasta que Sarabia se encargó de darle los tres puntos con otro toque de calidad.42 puntos en el casillero, la mejor primera vuelta de su historia y esto indica que el trabajo de Sampaoli y los suyos es perfecto. Incluso en los días con un fútbol más gris tienen la calidad suficiente para notar cuatro goles fuera de casa. Como los campeones, en definitiva.

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