Real Sociedad-Sevilla | Marcaje al hombre

El cierre de Mendilibar: El fútbol recio de la AP-8

Mendulibar, atento al saque de Jesús Navas de un balón desde el lateral.

Mendulibar, atento al saque de Jesús Navas de un balón desde el lateral. / Juan herrero / efe

De tantas veces que José Luis Mendilibar ha hecho mención a las vacaciones como ese momento en el que se dará cuenta de verdad de lo que ha hecho en el Sevilla, ya le tocan en el hombro aun sin saber qué pasará con su futuro. Pero fue franco a su llegada y lo está siendo en el epílogo de la temporada, ésa maravilla de media verónica que le ha dado a un toro que salió con mala uva, desarrollando peligro y colándose por ambos pitones.

Y fue cerca de su tierra. Desde Zaldívar hasta San Sebastián hay 50 minutos por la AP-8, 64 kilómetros de la Guipuzcoa profunda con paradas en Eibar, Elgoibar, Deva, Zarauz y Orio. Mendi, cuya imagen con el micrófono a hombros de Rakitic en el balcón del Ayuntamiento aún permanece en la retina de los sevillistas, despedía el curso con la naturalidad de siempre. El look de chándal y polo, para quien no lo sepa, ofrece al entrenador la posibilidad de lucir en su pecho el mismo escudo que sus jugadores. No es ninguna tontería.

Una demostración de pertenencia, un gesto que no se le puede negar al veterano técnico, quien curtido en el fútbol del balón mojado, la brizna de hierba recién cortada y el barro, no entiende de otra manera esta pasión que se juega con los pies y mueve tanto en el mundo entero. Vio al equipo de su infancia hacerles el pasillo a los suyos en un estadio que nada tiene que ver con el Atocha que él conoció en sus años de juventud, como aquel viejo San Mamés en el que jugó, pero que rebosa también ese fútbol norteño fronterizo con el francés del que tanto bebieron tantos entrenadores vascos con su toque de romanticismo, viento, agua, balón al espacio, centro y remate.

Ni la falta de tensión competitiva hizo que Mendilibar se relajara en el banquillo del Reale Arena, en el que abrazó a un viejo amigo como Imanol Alguacil. Si los astros se alinean ambos estarán escuchando el himno de la Champions la próxima temporada, aunque para eso tendrán que ponerse manos a la obra los Monchi, Castro, Del Nido Carrasco y José María Cruz. No se sabe quién de los tres tendrá que ceder más para hacer realidad el deseo que los sevillistas expresaron el jueves en la celebración de la Séptima.

Pero da la sensación de que no las tiene todas consigo el entrenador que ha hecho posible el milagro. Ya lo dijo en su presentación oficial: “Tenemos que conocernos. Puede que todo acabe bien, que logremos los objetivos, y no sigamos juntos”. ¿Fue una premonición?

Aplaudió la despedida de Illarramendi y mantuvo siempre la tensión de los suyos, con especial celo en esos mandamientos del fútbol de toda la vida, llevándoselo los demonios cuando sus futbolistas no eran capaces de acabar jugada en un contraataque a favor y daban pie a un acción del rival con los suyos desorganizados. El fútbol recio de la AP-8 que no sale en los blogs de entrenadores.

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