Mucho cuidado con las revoluciones

Desde mi córner

Se anuncia volver a las andadas de cuando Alés tomó el mando, pero mucha precaución

PARECE, todo indica, quizá sea sólo un rumor sin fundamento, quién sabe. Pero es que se está propalando la especie de que en el Sevilla va a producirse una revolución en regla. Con el racial abogado insistiendo a diario en el carácter de okupa de su hijo, ora en asambleas forzadas por él mismo, ora como anoche, por sus medios privados, lo cierto es que entre unas cosas y otras vive el Sevilla un presente convulso y un futuro impredecible.

Y en esas estamos cuando, ante su día más grande, José Luis Mendilíbar declara que el problema mayor del Sevilla es que siempre tiene prisa. Prisas, urgencias o esa exigencia de la que tanto se presumía cuando aquello del nunca me rindo, pero lo cierto es que el Sevilla, el club y el equipo, viven en el ojo de un huracán cada día más huracanado. Y siguiendo por esa senda nos estalla en la cara la especie de esa renovación en el vestuario que se anuncia multitudinaria.

Es como volver a cuando Roberto Alés entró a poner orden en una casa disparatada. Quizá volvamos a aquel verano de 2000 tras la temporada más ominosa. En aquel entonces Monchi convenció a Roberto para darle el equipo a un sevillista tan sevillista como Joaquín Caparrós y asfixiado por una deuda que luego calificaría Del Nido de calderilla se fue a la captura de celebridades como Taira para hacer un equipo a bajo costo que lograría volver rápidamente a Primera.

No es creíble que la situación sea como aquella, pues el club empezó a ingresar dinero a paletadas a partir del traspaso de Reyes al Arsenal para continuar luego mediante el aluvión de plata que llegó a sus vitrinas. Y la última conquista, remuneradísima, fue hace sólo un año en Budapest. ¿Cómo ha podido cambiar todo tanto para que haya que ir a la busca y fichaje del Taira de turno? Es una situación ciertamente incomprensible y que pide cuidado con las revoluciones.

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