En el pasado mercado invernal, Monchi decidió hacer un esfuerzo especial, consciente de la oportunidad abierta con la irregularidad de Barcelona y Atlético de Madrid en la primera vuelta de la Liga y que el líder Real Madrid estaba a una distancia asequible. Ese tablero de juego, esa prometedora baza de naipes, lo llevó a insistir e insistir por Anthony Martial hasta arrancarlo del Manchester United al final de la ventana de traspasos a cambio de casi 6 millones de euros de coste por su cesión.

La llegada de Tecatito Corona y la negativa a dejar salir a Diego Carlos reforzó ese órdago de Monchi. Pero algo más de dos meses después, el fichaje de Martial va camino de convertirse en el gran fiasco invernal de la secretaría técnica que comanda Monchi.

El pasado domingo, pese a su decepcionante desempeño en los cinco partidos de Liga anteriores –se perdió las citas ante Betis y Alavés por su lesión ante el Espanyol–, Lopetegui mantuvo su confianza en el reputado delantero francés y esta vez lo sacó de la banda para que tratara de superar a los centrales del Barcelona con espacios.

Pero el internacional galo volvió a decepcionar por su desacertada lectura de los ataques, su tibieza en los choques y disputas con los barcelonistas y su propensión a reclamar faltas sin éxito. Tuvo una ocasión en una contra justo antes del gol de Pedri que resolvió con un zurdazo centrado que repelió Ter Stegen. Y ya.

Lopetegui tiene ahora la pelota en el tejado: el Sevilla necesita goles, vuelve a jugar en casa, En-Nesyri y Mir están listos. Y por las alas, la competencia aumenta con Lamela, además de Tecatito, Ocampos y Munir. ¿Qué hacer con Martial? El chico, además, vive momentos difíciles en el plano personal al romper con su pareja.