Ejuke, el Ocampos de un Sevilla en construcción
El extremo nigeriano ya ha dado cuatro puntos al Sevilla, en el que aún tiene margen de crecimiento si aprende a elegir mejor las opciones y a romper en velocidad como en San Mamés
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La salida de Ocampos del Sevilla, traspasado al Rayados mexicano ya fuera de la ventana de transferencias y sin reemplazo en la plantilla, levantó muchísimas ampollas entre un sevillismo en el que ya se había asentado el escepticismo hacia una planificación muy condicionada por la carestía económica. Y Ejuke ha levantado la mano para ofrecerse como el relevo oportuno, por su capacidad para romper líneas, para mover el árbol y ofrecer potencia y llegada. También gol.
Víctor Orta tenía la confianza puesta en lo que debían ofrecer los futbolistas de banda que había ya en la plantilla, más allá de la peregrina creencia en que Idumbo podría relevar al argentino. Lukébakio y Ejuke están llamados a ser titularísimos en el actual Sevilla, pero está siendo el nigeriano quien está respondiendo más a ese rol de futbolista clave para romper los partidos. Ejuke es menos técnico quizá, pero está resultando más decisivo en espera de que el belga muestra más determinación y mordiente ante el gol. Calidad para ello tiene.
En sus dos últimas comparecencias, el extremo diestro de 26 años ha empezado a justificar la apuesta en él de Víctor Orta. Salió como revulsivo frente al Valladolid y marcó el tanto de la victoria. Y, ya como titular en San Mamés, fue el jugador más destacado en la faceta ofensiva por su constancia en la banda izquierda, a pierna cambiada de nuevo, desde la que fue muy persistente durante todo el partido y terminó siendo decisivo con sus veloces rupturas para sacar un punto.
Ejuke tiene algo que recuerda a Ocampos, siendo un perfil de futbolista muy distinto, por envergadura y forma de encarar a los rivales. El nigeriano es muy heterodoxo con el balón en los pies, con el que se enrosca más de lo necesario. En sus primeras apariciones como sevillista, el ex jugador del Amberes y el CSKA Moscú no terminaba ninguna jugada. Se perdía en amagos, regates, recortes hacia atrás, sin terminar de ver las vías de ataque. Hasta estos dos últimos partidos.
Desde la izquierda se ha asociado bien con Valentín Barco. Frente al Girona, al filo del descanso y con 0-1, pudo empatar el partido, tras una pared de primera con el argentino. Disparó al segundo palo de rosca y la puso junto al poste. Un golazo. Pero partió en posición adelantada por el bigote de una gamba que desveló el VAR. Una lástima.
Pareció apagarse ahí la luz de un Ejuke que tiene más velocidad al sprint que Ocampos y más regate, pero que se enredaba a veces con el balón. Hasta que apareció frente al Getafe. Por fin rompió en velocidad y marcó a contrapié con un disparo cruzado el gol del triunfo.
Y en San Mamés, después de amagar mucho en la primera mitad y ocasionar vayas llegadas apoyándose en Barco, rompió recién iniciada la segunda mitad aprovecando su esprint. Su fortaleza física fue decisiva para intentarlo hasta el final y ocasionó con otra ruptura veloz por la izquierda el 1-1. Y también pudo marcar en otra acción de mérito similar, de fuerza y rapidez, el 1-2, pero Padilla le sacó su disparo escorado.
No hay que pretender comparar a un futbolista con otro. Ocampos ha dejado una enorme huella en el Sevilla. Marcó goles de todo tipo, con ambas piernas, de penalti se erigió en un consumado especialista, y también de cabeza hizo goles trascendentales. Pero en sus inicios dejó también dudas por su heterodoxia. Al menos Ejuke recuerda que toda plantilla tiene que tener un futbolista que menee el árbol, que se salga del guión como terminó haciendo el argentino. Y en el actual Sevilla, ese rol por llenar lo está cubriendo por ahora el nigeriano.
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