Sevilla FC- Atlético de Madrid | Contracrónica

La epifanía de Joris Gnagnon

  • La cerradísima ovación al central en el minuto 90, cuando el punto parecía ya el único premio posible, fue el mejor presente en el vibrante día de Reyes

Gnagnon se suma al ataque tras robar el balón a Rodrigo entre Promes y Escudero.

Gnagnon se suma al ataque tras robar el balón a Rodrigo entre Promes y Escudero. / Antonio Pizarro

¿Gnagnon titular? Era la pregunta que se hacían los aficionados sevillistas en los instantes antes del partido entre el Sevilla y el Atlético de Madrid. Recuperar el segundo puesto era el regalo más deseado en el día de la Epifanía. Pero los Reyes Magos son caprichosos a la hora de elegir los presentes y una pequeña desaplicación de Carriço, unida a la quizá excesiva distensión de Vaclik, en la falta de Griezmann fue la forma en que fue sustraído el caramelo del paladar del sevillismo. En cambio, el partido que hizo Gnagnon fue ese regalo inesperado. Un presente recíproco. Lo necesitaba el jugador y también necesitaba la afición darse un premio de consolación.

Es muy difícil jugar contra este casi perfecto tácticamente y fuerte técnica y físicamente equipo que ha ido modelando Diego Pablo Simeone con el paso del tiempo, por mucho que le hayan ido cambiando importantes piezas. El Sevilla de Pablo Machín varió su habitual lectura del partido. Quizá contagiado por el ambiente festivo del día de los Reyes Magos salió con toda la cuerda dada, con la presión adelantada, achicando espacios en campo contrario e intentando hilvanar rápidas combinaciones, cambios de orientación, para desarticular el férreo entramado defensivo atlético.

Para ello contó con un Jesús Navas que se subió en su bicicleta con la misma ilusión que un niño que recibe su más deseado juguete el día más señalado. Y Gnagnon apareció, fue apareciendo, poco a poco, para ayudar a cubrir las subidas del ya veterano palaciego. También a dar salida al equipo desde ese flanco derecho que tuvo que corregir Simeone al descanso porque era una continua fuente de inquietud. Saúl y Lemar no podían con Jesús Navas, literalmente no sabían cómo bajarlo de su bicicleta de reestreno.

De hecho, el gol llegó por ese flanco, en una jugada que desbarató el que parecía invulnerable muro atlético. Andre Silva lo vio desmarcarse, Jesús Navas dio el pase atrás y Carriço, que había subido para sumarse al remate en una falta tras el trallazo al poste del delantero portugués, le dio el balón a Ben Yedder para que éste hiciera estallar Nervión.

Pero ante Griezmann no hay margen alguno al error y el duendecillo francés hizo de las suyas aprovechando una suma de deslices. Que Thomas tuviera tanta libertad una vez que el Atlético superase la valiente presión adelantada del Sevilla era una espada de Damocles que terminó cayendo sobre la cerviz de la ilusión del sevillismo. Ay, esa falta de Carriço...

Gnagnon emergió como una epifanía inesperada para darle nombre a lo que está logrando Pablo Machín, que su equipo y su afición crean en él, a base de insistir en su idea y de exprimir sus recursos. Cuando parecía que el gigantón francés, con su aparatosa y pesada apariencia, era un lunar negro de la planificación, Machín lo hizo manifestarse. En la segunda mitad se sumó con brío al zafarrancho final del Sevilla, procuró varias llegadas y tuvo quizá la mejor ocasión con un zurdazo de rosca que hizo volar a Oblak. Salió lesionado en el minuto 90 tras un choque con Vitolo. La mayor ovación del partido fue para él. Lo necesitaba. La afición reconoció así en Gnagnon al Sevilla de Machín.

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