Sevilla-Real Sociedad | La previa

Una final (pero B) en marzo

  • El Sevilla de Machín se juega la esencia del proyecto en una cita de urgencias con muchos ojos en el entrenador y en las decisiones del palco.

  • Poner fin a la mala racha es lo obligado.

Pablo Machín se juega parte de su futuro este domingo ante la Real Sociedad.

Pablo Machín se juega parte de su futuro este domingo ante la Real Sociedad. / juan carlos vázquez

Una final en marzo. En este club acostumbrado a la exigencia es algo común cada temporada. Estos meses que llegan son en los que se están definiendo las posiciones en la Liga, cuando llegan los duelos fuertes en los torneos de eliminatorias... y el Sevilla está habituado a escuchar el calificativo de “una final” para muchos de sus partidos a estas alturas del calendario.

Pero la diferencia es que esta final es distinta.Tiene un tinte negativo, incluso el que puede marcar el punto de no retorno en la decepcionante trayectoria del equipo nervionense en los últimos meses. Porque una final en una crisis de las proporciones de ésta en la que se ha metido el Sevilla de Pablo Machín tiene una carga de negatividad que, llegados a este punto, puede desencadenar cualquier cosa.

La previa La previa

La previa / Departamento Infografía

Cuando tantas especulaciones empiezan a revolotear en torno a un equipo, la ley del fútbol dice que hay que andarse con pies de plomo y hoy la cabeza de Machín está en juego. Es así de injusto. Este equipo que hasta hace nada estaba peleando arriba, en la segunda o en la tercera plaza, es hoy una sombra de lo que fue y el entrenador del que se hablaba de renovarlo para plantear en torno a su figura un proyecto de futuro no está exento de recibir hoy mismo la extremaunción futbolística si sucede otro desastre ante la Real. Una sola victoria en diez partidos no hay entrenador que lo resista y con la exigencia de este club muchísimo menos.

El sevillismo acude a la cita con las escopetas cargadas y los nervios están a flor de piel cuando no debería ser así con un equipo que, no sabe en las próximas jornadas, pero de momento no ha salido de los puestos en los que se cuece su objetivo. Es verdad que tenía una ventaja sobre el resto de sus rivales que ya no tiene, pero lo que no puede ser un pecado en el presente son los rosarios de más rezados en el pasado.

Pero en estos días en que las redes sociales lo dramatizan todo hasta incendiar cualquier opinión, el debate ya no hay quien lo solape. El sevillismo se divide entre los que seguirían manteniendo la confianza en un entrenador que entre lesiones y las carencias de la plantilla no siempre va a poder convertir el agua en vino y los que le darían un giro a la nave en lo deportivo buscando una reacción que en lo que llevamos de año no ha llegado más allá de la eliminatoria ante la Lazio, lo único bueno que se ha llevado a la boca la afición en 2019.

A ésta se le pide que distinga una competición de otra, pero al que se sienta hoy en su localidad en el duelo ante la Real Sociedad le resulta difícil olvidar el disgusto pasado frente al Slavia de Praga.

Y a Machín, encima, le crecen los enanos cada semana entre función y función. Lo peor que le podía pasar a este equipo sumido en un mar de dudas es que uno de los elementos más seguros, un pilar como Tomas Vaclik, se cayera también del equipo por culpa además de una desafortunada jugada que aún está en la retina de los seguidores nervionenses. Ese remate ortopédico de Kral que aún anda buscando el jugador checo mientras se colaba en una parábola imposible por la escuadra le produjo un fuerte golpe al portero sevillista con el poste que complica seriamente su presencia en el partido de hoy.

Pero es el sino de este Sevilla desde que arrancó el campeonato o, más bien, desde que Escudero cayó con el codo en el suelo ante el Villarreal en la segunda jornada. Lesiones y más lesiones, jugadores constantemente actuando en demarcaciones distintas a las suyas por las deficiencias de una plantilla de inicio corta (22 jugadores sin contar a Borja Lasso), un calendario agotador que hoy roza ya el medio centenar de partidos oficiales... Si esos no son atenuantes suficientes a tener en cuenta con el reo a juzgar podíamos estar hablando de que se han perdido los criterios de la lógica en el fútbol. Todo sin olvidar nunca que la racha llega en un momento en que no tiene justificación posible.

Y no la tiene también porque la clasificación se aprieta y no sumar tres puntos ante la Real Sociedad sería complicarlo todo todavía más. Eso igualmente lo tiene presente la afición, que si bien está en su derecho de enfadarse, de sorprenderse, de ilusionarse y de manifestarse, juega un papel importante en todo esto, pues sus opiniones llegan a sus destinatarios cuando los mensajes son claros y condicionan la toma de decisiones de unos y de otros. Una ley tan válida con el futbolista que oye el runrún de la grada desde el terreno de juego como con el que ocupa un sillón en el palco.

El sevillismo se manifestó tras el duelo ante el Slavia. De momento salva a Machín y culpa a Caparrós y a Castro. Pero ojo que esto cambia en un plis plas, en un simple partido. Y más si es una final –aunque sea B, en modo negativo– como la que tiene hoy.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios