Villarreal CF- Sevilla FC | La crónica

De la honra al ridículo van cuatro goles

  • Un Sevilla muy superior en la primera mitad, que perdonó ante un Villarreal que metió la que tuvo, dimite en una indigna segunda mitad hasta acabar goleado

  • Los de Lopetegui, a dos puntos del hundido Barcelona, aún pueden acabar terceros

Bacca burla la salida de Bono para hacer el 2-0 provisional.

Bacca burla la salida de Bono para hacer el 2-0 provisional. / AFP7 / Europa Press

Del honor al ridículo mediaron cuatro goles, que fueron los que le hizo el Villarreal al Sevilla, hat-trick de Bacca más otro de Gerard Moreno, en un partido que era noticia antes de que el balón echara a rodar por la esperada vuelta del público a la grada. La dilatada espera de catorce meses de la afición castellonense, deseosa de agradecer a los suyos el regalo de la primera final continental de su historia, acabó con el premio añadido de una rotunda goleada a un rival, el Sevilla, al que veían como directo el pasado verano y que sin embargo acabará el campeonato a una distancia sideral de los castellonenses, en torno a los 20 puntos.

Había cierto morbo en comprobar el interés y la intensidad del Sevilla en un partido en el que poco se jugaba ya ante un enemigo que lo era más del Betis por su cerrada pulso por entrar en la próxima UEFA Europa League. Y el 4-0 cierra todo debate. No salió indemne el honor Sevillaista de Villarreal. Sobre todo por los dos últimos goles, que desnudaron a un equipo que dimitió pronto de una obligación innegociable: defender el escudo, haya en juego lo que haya en juego.

En el 3-0, Rakitic dio un arriesgadísimo y relajado pase atrás a Fernando, que ya actuaba como central al ser justamente expulsado Diego Carlos en el minuto 52, sin reparar en que Gerard Moreno estaba en la trayectoria del balón. El internacional aprovechó el regalo para cruzar de forma milimétrica el balón ante Bono (65’).

En el 4-0, la absoluta falta de tensión de todo el grupo rojo dio con otro mano a mano ante Bono, que esta vez llegó al balón con ventaja, pero el portero marroquí soltó un desmañado despeje que volvió a regalar medio gol a uno de amarillo. Bacca lo agradeció para llevarse el balón a su casa.

Fue un encuentro, como diría el tópico, de dos partes muy bien diferenciadas. Cualquier aficionado que no viera lo que dio de sí la primera mitad en el estadio de La Cerámica, y esta vez fueron muchos por el horario unificado, pensaría que el Sevilla salió con la habitual tibieza del que se ve con el objetivo primordial ya cumplido. Y que enfrente, además, actuaba un equipo impelido por la necesidad. Y nada de eso ocurrió.

El Sevilla, en la línea de su puesta en escena en Valdebebas una semana antes, se hizo con la pelota, adelantó muy arriba su línea de zagueros y presionaba con eficacia tras sus contadas pédidas para volver a la carga. Con Suso muy activo desds la derecha, Rakitic –y también Fernando, al pisar terrenos tan adelantados– manejando los tiempos y el Papu brujuleando y olfateando dónde se podía abrir la debilidad de los amarillos.

Y los amarillos, lastrados por tanta ausencia, se plantaron con una defensa muy remendada de tres centrales, Funes Mori, Alniol y Pau Torres, en la que Yeremi Pino a veces era el quinto zaguero con Alberto Moreno en el costado siniestro. Cuando Yeremi ganaba metros, Funes Mori se abría a banda. Pero en cualquier caso, la debilidad de los anfitriones estaba en los flancos.

Hasta siete veces remataron los de rojo en el primer cuarto de hora. Las más claras, las dos últimas en las botas de Ocampos tras una apertura del Papu a Suso, que salía de casi todos los enredos en su esquina. El argentino le pegó a la pelota medio mordida y respondió Sergio Asenjo (15’). Un minuto después, fue De Jong quien cabeceó a bocajarro por encima del larguero.

Muy superior se mostró el Sevilla en la primera media hora. Con balón. Y personalidad, aplomo, criterio. Sólo le faltó lo de casi siempre, colmillo para resolver sus numerosas llegadas. Los cinco mil espectadores que poblaron parte de las gradas vieron enfriado su ánimo por la disertación de los de rojo. Pero disertación inocua, al cabo.

Todo empezó a girar por las dudas de Diego Carlos. El central fue quien entreabrió la puerta a un equipo, el de Emery, que sólo perseguía sombras. Corría el minuto 22 cuando un error en la salida de balón del brasileño provocó el primer inccendio. No fue a más, Koundé provocó un córner, Bono falló al salir a despejar el saque del mismo y la grada despertó. Seis minutos después, Gerard Moreno afinó en el primer remate de los locales, pero su posición era ilegal al recibir el balón. Y al momento, Diego Carlos sacó el brazo en una banda ante el goleador español, vio una justa amarilla que desquició a todo el Sevilla y a partir de ahí, ya nada fue igual. Porque el propio Diego Carlos, falto de concentración por ese percance, se dejó ganar por arriba ante Bacca en un córner que Parejo botó con su habitual maestría desde la derecha (34’).

Pudo restablecer el empate De Jong cinco minutos después en otro saque de esquina de Acuña desde la izquierda, pero el frentazo del holandés fue tan violento como centrado y Asenjo lo repelió.Al poco de la reanudación, el Villarreal confirmó que la efectividad rematadora vestía de amarillo, solo de amarillo, y Bacca se coló a la espalda de Koundé, aprovechó un gran servicio de ese enorme asistente que es Gerard Moreno y, tras driblar, chutó sin que Koundé evitara esta vez el gol bajo palos.

Dos de dos de los castellonenses en sus remates. Que luego fue tres de tres. Y cuatro de cuatro. El tino del finalista de la Europa League fue el desatino de los de rojo, en cuya dimisión también firmaron En-Nesyri, Gudelj, Óliver, Óscar y el Mudo. Cualquiera diría que ya está todo el pescado vendido. Pero no: el Barça está a dos puntos.

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