Muchos diítas como éstos

El sevillista de localidad (decir de a pie en un estadio con todos sentados se quedó antiguo) se apunta a partidos así cada semana. Porque no siempre el equipo de sus amores va a estar en disposición de mantener el pulso con los líderes de LaLiga a estas alturas de la temporada.

El sevillista quiere muchos diítas como éstos. Fútbol a una hora decente, quizá un poco más tarde sería más cómodo, un equipo con altas miras y la posibilidad de superar al Barcelona y colocarse líder absoluto del campeonato.

Pablo Machín –y eso que se ha encontrado no pocas trabas en el camino– tiene al público del Sánchez-Pizjuán saltando en la palma de la mano e ilusionado de nuevo con una campaña histórica, pues de momento la 18-19 va viento en popa en las tres competiciones. Los deberes están saliendo con los renglones derechos y quizá por eso el entrenador soriano se merezca unos buenos Reyes.

Pero eso es un tema que deberá abordarse más adelante y si los que mandan creen que no hay que reforzar la plantilla como el técnico está demandando no ahora, sino desde el verano, pues como suele decirse, doctores tiene la iglesia.

Vamos a lo que vamos. Lo que se pone en juego hoy va mucho más allá de tres puntos. Supone dar otro golpe a la Liga, meter otra telera de pan en la talega y decir a todos los demás rivales que para bajar al Sevilla de ahí arriba habrá que pegarle un tiro. La visita del Valladolid supone otra vuelta gozosa de un parón FIFA y el sevillismo tiene preparadas las palmas para celebrarlo.

Con la resaca aún de ese espectacular reconocimiento que recibió el jueves el Dorsal de Leyenda posiblemente más querido de la historia del club a juzgar por el aspecto que presentó el antepalco, la cita de esta tarde presenta ciertas similitudes al último encuentro de los nervionenses, la remontada ante el Espanyol. El oponente, el Valladolid, es otra de las revelaciones de la Liga, un recién ascendido que no se comporta como tal aunque lleve tres encuentros sin ganar. Precisamente su último triunfo en la Liga fue en Sevilla, un 0-1 en el campo del Betis en el que los de Sergio González dejaron muy buenas sensaciones y un puñado de nombres de jugadores con futuro.

El Sevilla, o su secretaría técnica (sin director deportivo ha vuelto a la nomenclatura clásica), se ha unido a la moda de espiar a ciertos jovencitos de este equipo que, curiosidad, ha armado quien un día cogió el petate tras la salida de Monchi y la coronación de Óscar Arias en su trono. El tiempo pone a cada uno en su sitio y vamos a dejarlo ahí porque se acaba entendiendo todo.

Quedémonos con que la ausencia de Jesús Navas es una nueva prueba para la plantilla que confeccionó Caparrós, que decidió pagar 10 millones de euros por Aleix Vidal en una operación conjunta con Correa, la Lazio y el agente del catalán y que de no empezar a arrancar tres meses después de la apuesta puede convertirse en otro punto negro en la planificación junto a los de momento espinosos temas Gnagnon y Roque Mesa. El ex futbolista del Barcelona, muy lejos de aquél que se marchó de aquí, ha pasado por una lesión grave y mucho tiempo sin jugar con asiduidad, por lo que no debe serle fácil. Lo que pasa es el Sevilla no está para esperar a nadie y el entrenador necesita rendimiento inmediato. El hombre lo dice por activa y por pasiva y sólo le falta cantarlo...

Pero bueno, reconduzcamos el relato a algo más agradable y que dé sentido al titular que lo encabeza. No estará Navas, pero estarán Andre Silva, Ben Yedder, Banega, el Mudo, Sarabia... El diíta es para disfrutarlo y para rezar que lleguen y sigan llegando muchos como éstos. El Sánchez-Pizjuán quiere volver a volar a las alturas y el sevillismo se frota las manos. Vamos a ello.