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El parón más largo del mundo

  • Berizzo se expone a todas las críticas imaginables, desde la deficitaria idea de juego a la elección de piezas o los cambios, en una Navidad de prederbi

Las imágenes del Real Sociedad-Sevilla

Las imágenes del Real Sociedad-Sevilla / Efe

Urgen soluciones en el Sevilla. El sevillismo no aguanta más medias tintas y quiere determinación en las decisiones. Desde lo más alto de la cúpula al cuerpo técnico y la dirección deportiva deben reconducir una situación insostenible pese a la realidad "numérica" de ser quinto. Porque el problema ya no es haber concatenado tres partidos sin ganar, con otras dos derrotas a domicilio y un empate de impotencia ante el Levante. El problema es que no se atisba reacción desde el que debe tomar decisiones, o sea, Eduardo Berizzo. La naturalidad del fútbol es buscar culpables y, pese al denodado esfuerzo del entrenador por estar dirigiendo a su equipo en Anoeta, la dirección del partido no fue sino la pertinaz perseverancia en los errores.

Berizzo el primero, pero ya también José Castro y Óscar Arias, se exponen a todo tipo de críticas en el parón más largo que cabría imaginar. Hasta el 3 de enero no vuelve a competir el Sevilla, en la ida copera con el Cádiz como antesala del reencuentro en la Liga ante el Betis, y ese lapso de tiempo ha de ser empleado en arreglar el desaguisado. Porque el sevillismo quiere respuestas.

De entrada está el asunto de N'Zonzi. Berizzo realizó una profunda y argumentada apología de su autoridad y su decisión de apartarlo del equipo por indisciplina, fundamentándose en su fe absoluta en el colectivo. Pero si el colectivo no funciona como bloque todas esas explicaciones quedan en la nada. ¿Qué colectivo? ¿El que se muestra incapaz de zarandear a una dubitativa Real Sociedad que se entregó al Sevilla al primer golpe, el gol de Ben Yedder en la primera, quizá segunda ocasión, en la que el equipo hizo un fútbol auténtico y vertical? Porque la mentira de la posesión ya no engaña a nadie. Se expuso su vacuidad en esa segunda mitad en la que otro saque de banda horriblemente defendido y otra mala basculación defensiva desnudaron a un equipo cuyo sistema defensivo es un desastre, con permiso de Berizzo.

Otra pregunta que cabe hacerle al técnico es cómo pretende ser más agresivo en la presión ubicando en el once titular a un futbolista tan inane para esa misión como Ganso junto a otro que está cascado físicamente por edad y lesiones como Krohn-Dehli. ¿Y los circuitos del juego ofensivo? Si éstos son darse la vuelta en los tres cuartos ante la imposibilidad de encontrar a un sevillista desmarcado y empezar de nuevo hasta perderla y permitir el contragolpe es obvio que hay un grave cortocircuito.

Y luego están los cambios. Si de partida hay ya un error de base, ¿por qué no realiza los cambios ofensivos, tras el hombre por hombre de Mudo por Ganso, hasta el minuto 81? No es lógico que un Sevilla que aspira a ser cuarto espere a ir perdiendo para quemar las naves, con Muriel jugando de extremo y mostrándose incapaz de tapar a Íñigo Martínez en el 3-1, todo un homenaje a Carlos Vela al que se sumó Kjaer.

Con Muriel y Kjaer se entra de lleno en la planificación. 34 millones de euros de traspaso por dos piezas clave de la columna vertebral que no funcionan. Así es lógico que sea la plantilla más cara de la historia del Sevilla. Lo ilógico es que ese dineral se haya plasmado, otra vez, en un equipo al que le falta de todo, pese a ir quinto.

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