En medio del galimatías general por las fechas de lo que resta de temporada, con la UEFA desmintiendo ayer mismo unas supuestas palabras de su presidente, Aleksander Ceferin, emplazando al 3 de agosto como fecha tope de todas las competiciones y LaLiga y la AFE de nuevo a la gresca por este conflicto, el Sevilla tiene como mínimo 13 partidos oficiales que encajar en un apretado calendario que no se sabe cuándo puede acabar y menos aún cuándo puede empezar.

La crisis del coronavirus ha puesto patas arriba el mundo del fútbol, como una de tantas industrias afectadas, y las soluciones aún están en el aire. La UEFA aclaró ayer que no se pone límites de fechas y no descarta que se juegue en agosto.

El Sevilla tiene pendientes dos partidos de la Europa League ante la Roma, que serían más si los de Lopetegui pasan la eliminatoria de octavos de final, y 11 encuentros de Liga, seis en el Sánchez-Pizjuán y cinco a domicilio, choques que tendrán que apretarse en el calendario en cuanto las autoridades permitan que se puedan organizar, ya sea con público o a puerta cerrada. Para ello, se asume que habrá que jugar miércoles y domingos y que habrá que fijar partidos en horarios nocturnos, ya que las fechas de las que se hablan, sumándole el periodo de la minipretemporada que tengan que hacer los equipos, garantizan que se jugarán partidos en condiciones extremas de temperatura y humedad.

Al Sevilla le quedan en el campeonato liguero los duelos ante el Betis en casa en la jornada vigésima octava del campeonato; frente al Levante fuera; ante el Barcelona en Nervión (choque que se tenía que haber celebrado este Domingo de Ramos o el Sábado de Pasión); contra el Villarreal en el estadio de la Cerámica; ante el Valladolid en casa; frente al Leganés en Butarque; con el Eibar de nuevo en el Sánchez-Pizjuán; en San Mamés ante el Athletic; frente al Mallorca en Sevilla, en Anoeta con la Real Sociedad y, en la última jornada, frente al Valencia.