Sevilla FC | El balance del año

2023, el año de la polarización en el convulso Sevilla Fútbol Club

Quique Flores y Sampaoli, en el último partido del argentino, en Getafe, jornada 26ª.

Quique Flores y Sampaoli, en el último partido del argentino, en Getafe, jornada 26ª. / Mariscal / Efe

La Fundéu (Fundación del Español Urgente) acaba de elegir “polarización” como la palabra de este año que nos deja. Cualquiera diría que se ha inspirado en la travesía que ha atravesado el Sevilla Fútbol Club en este 2023. O en su actual paisaje accionarial. La polarización es el proceso de orientar en dos direcciones contrapuestas: el Sevilla, en el plano deportivo, deambuló por el purgatorio en la Liga, saltó al paraíso en la Europa League y de nuevo cayó a purgar sus pecados cuando empezó la actual LaLiga EA Sports; y en el plano institucional, la última Junta no ha venido sino a radicalizar las posturas contrarias de los dos grandes bandos de accionistas. En medio, la institución estirada como una goma, con el justificado temor de que acabe rompiéndose.

Los sevillistas se volvieron a coronar con el equipo más flojo, sin duda, de las siete finales que jugó y ganó. Por algo penó por la pasada Liga, aunque salvara el cuello de la mano de José Luis Mendilibar –en el año natural de 2023, el Sevilla fue noveno con 53 puntos–, y de nuevo ha vuelto a las andadas en el presente campeonato, donde los numerosos errores de planificación hacen que mire con inquietud a la zona de descenso, con sólo tres puntos de margen tras 18 jornadas.

La inestabilidad a todos los niveles se encapsula en un dato: cuatro entrenadores han dirigido el vestuario de enero a diciembre. Tras los algo más de tres años que estuvo Julen Lopetegui, con tres clasificaciones para la Champions y la sexta Europa League incluidos, la abrupta salida del vasco contra la voluntad de Monchi terminó de desatar una tormenta que no amainó en 2023 más que para esas escapadas amorosas a Eindhoven (PSV), Estambul (Fenerbahçe), Mánchester, (United) Turín (Juventus) y Budapest (Roma).

A la vuelta de ese nuevo periplo de gloria, crujir de dientes con tres derrotas en las tres primeras jornadas de esta Liga, ante Valencia, Alavés y Girona. Y no fueron cuatro porque se retrasó al pasado 23 de este mes la siguiente, ante el Atlético...

Un año después, el Sevilla ha vuelto a la casilla de salida en el juego “Salvar la categoría”. En la jornada 18ª del pasado campeonato, los sevillistas eran decimoquintos, como ahora, y sumaban 18 puntos, dos más que el actual. Pero sólo disfrutaban de un punto sobre el descenso, por los tres de ahora. Es el único consuelo: los tres de abajo suman poquísimo.

En esa jornada 18ª de la pasada Liga, el Sevilla de Sampaoli derrotó al Cádiz en Nervión con un postrero gol de penalti que marcó Rakitic (1-0). Jorge Sampaoli, que había relevado a Lopetegui en la jornada 8ª, no terminaba de enderezar el rumbo. De hecho, en sus 8 partidos del año natural de 2022, sólo ganó uno, en Mallorca (0-1). El resto, cuatro empates y tres derrotas para un pobre 29,2% de puntos. Pero el parón por el Mundial le vino de perlas y ya en enero el equipo de Sampaoli se hizo más fuerte en Nervión: victorias ante Getafe, Cádiz, Elche, Mallorca y Almería que supusieron oxígeno.

No obstante, la última victoria ante el Almería cayó cuando el crédito de Sampaoli estaba reducido casi a la nada, tras ese 2-3 ante Osasuna en casa, la noche del papelito que despedazó Acuña, y el 6-1 en el Metropolitano. Una derrota más podía romper el hilo y así sucedió en Getafe (2-0), jornada 26ª. Con sólo 12 jornadas ya por delante, los blancos seguían a dos puntos del descenso.

Y si Monchi no estaba de acuerdo con la marcha de Lopetegui, tampoco es que le diera su bendición a la llegada de José Luis Mendilibar, un entrenador de un perfil nada glamuroso.

El competente preparador llegaba, además, después de haber fracasado en el intento de que el Alavés no descendiera. Pero el Sábado de Pasión agarró al Sevilla en Cádiz y el resto es historia. La dinámica ganadora terminó de romper en Old Trafford, ida de los cuartos de final de la Europa League (a Sampaoli hay que reconocerle esos dos partidos en casa ante PSV y Fenerbahçe que desbrozaron el camino a Budapest), con esos dos autogoles del United.

El Sevilla fue ya otro con la pátina de sensatez y pragmatismo que le imprimió Mendilibar. En la jornada 34ª, con un 0-3 en Valladolid, llegó a ser noveno, incluso, y miró arriba. Pero llegaba después la Vecchia Signora para resolver la semifinal y la prioridad ya fue Europa: empates ante Betis y Elche, derrotas ante Madrid y Real Sociedad y duodécimo puesto final... anecdótico por lo de Budapest.

Víctor Orta, como su antecesor Monchi, saludó con escepticismo a Mendilibar y sus dos victorias, dos empates y cuatro derrotas en esta Liga lo llevaron a apresurarse a cortarle la cabeza. La fricada posterior de confiar en un ninguno como Diego Alonso terminó de desnudar su error: cero victorias, tres empates y seis derrotas del uruguayo, que sólo ganó al Quintanar y el Astorga en la Copa.

El 5 de diciembre, día de la Junta, se escenificó la polarización institucional. Aún faltaban dos derrotas ante Mallorca y Getafe y el batacazo europeo en Lens para que ocurriera lo que se temían Castro y Del Nido Carrasco en el primer entrenamiento de Diego Alonso: que fueran los señalados si el uruguayo fracasaba. A ver si con Quique las posturas de consejeros y director deportivo no se... polarizan.

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