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Rayo Vallecano - Sevilla: Sin mirar la clasificación ni el calendario

En-Nesyri, que regresa de África, los señalados Rafa Mir y Januzaj y Acuña.

En-Nesyri, que regresa de África, los señalados Rafa Mir y Januzaj y Acuña. / Juan Carlos Muñoz

Ya está aquí el lobo. Como en la fábula del pastor que asustaba al pueblo con el grito de “¡lobo!”, de tanto mentar el fantasma de la Segunda División su espectro empieza a aparecerse con su terrorífica silueta. Bien harían los jugadores del Sevilla en no mirar la tabla ni el calendario, porque lo que viene en febrero en forma de partidos es pavoroso. Por eso, a la cita de Vallecas debe acudir el equipo de Quique Sánchez Flores con la venda de la fe y el ánimo del valiente frente al monstruo, sin mirar el tamaño de sus fauces. Pero que los futbolistas, en estos tiempos de información digital inmediata, no le echen un vistazo a la clasificación es materialmente imposible.

El triunfo del Celta en Pamplona y el empate del Cádiz en Villarreal colocan de nuevo al Sevilla en el filo del abismo. Bueno, en realidad este equipo, este club, llevan asomándose al vacío varios años y la pasada temporada solventó el susto con la epifanía milagrosa de José Luis Mendilibar, al que terminó llevándoselo por delante la soberbia de un club que hace tiempo que se mira en un espejo cóncavo que distorsiona la realidad, empezando por la institucional, en que anda metido desde que se rompió el matrimonio entre Julen Lopetegui y Monchi en la primavera de 2022. Un matrimonio salvado con un testarazo de En-Nesyri en el Metropolitano que fue como una sutura en falso sobre una herida infectada. De aquellos polvos, estos lodos...

Onces probables. Onces probables.

Onces probables. / Infografía / E.F.

Pero es que si el Sevilla salió vivo del lodazal en que ya estaba hasta la cintura la temporada pasada con la corona de laurel que se autoimpuso en Budapest frente a la Roma, hace ocho meses solamente, lo de ahora no sólo es barro. El club está metido en un agujero de arenas movedizas que succionan hacia abajo con la inexorable cadencia de un destino al que se ha hecho acreedor a fuerza de errores sobre errores. Un desastre que tiene muchísimos padres.

Pero no es hora de buscar culpables y sí de hallar soluciones con la urgencia del que debe cortar una hemorragia. En Vallecas, el Sevilla sólo dispondrá de dos centrales de su primera plantilla. Nianzou vuelve a estar lesionado, Kike Salas aún no ha salido de la suya y Sergio Ramos causa baja por sanción tras ver la quinta amarilla ante el Osasuna que ayer fue incapaz de meterle el diente al Celta. Así, Quique Flores, si quiere ser fiel a su sistema de 5-3-2, tendría que ubicar ahí a un futbolista que no sea central específico, a no ser que quiera arriesgar con Hormigo, único del filial que ha llamado para esa posición. Acuña puede ser una solución para reforzar el costado izquierdo con Pedrosa suelto por delante, teniendo en cuenta que por ahí pueden andar el inquieto Isi y Trejo desde la posición de mediapunta. Otra opción es volver a la zaga de cuatro, claro.

Sí tiene una buena noticia el técnico madrileño, que expresó su alegría por poder contar de nuevo con En-Nesyri, el máximo goleador del equipo, aun con sus limitaciones, que viene a ayudar a Isaac en la tarea de encontrar la vía del gol. En la medular, tras las salidas de Fernando y Rakitic, Agoumé está llamado a tomar a sus 21 años el rol de medio centro defensivo en una situación de extrema necesidad. En la primera mitad contra el Osasuna rindió ahí y permitió que Soumaré se soltase algo más arriba para presionar y distribuir. Y el equipo, succionado también por el pánico tras el gol del empate, se aculó cuando Agoumé fue cambiado porque aún no tiene ritmo para aguantar partidos completos. Tampoco hay mucho más. Quique reconoció que no es un animador y volvió a enviar dardos a Januzaj y Rafa Mir. Que demuestre al menos que es un entrenador que sabe gestionar el pánico al vacío.

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