Celta-Sevilla

El primer palo ya pesa

  • El Sevilla de Lopetegui, presionado tras el trance copero, se ve obligado a cambiar la dinámica en Vigo. 

  • Monchi mostró públicamente el camino de la exigencia.

Ocampos, Banega y Franco Vázquez se encaminan al entrenamiento del Sevilla FC.

Ocampos, Banega y Franco Vázquez se encaminan al entrenamiento del Sevilla FC. / Víctor Rodríguez

Mala señal para un proyecto cuando cualquier partido recién inaugurado febrero tiene la catalogación de final. El Sevilla de Lopetegui juega una esta tarde en Balaídos con la rémora de una semana que ha de quedarse en el olvido por imposible que sea. Es verdad que la eliminatoria perdida ante el Mirandés quedará para los anales más negativos en la historia de este club, aunque el formato de la actual Copa pueda suavizar algo el baremo del desastre consumado.

La buena posición en la Liga no calma a las fieras, entendiéndose éstas por los aficionados más elitistas, ésos que muestran su disconformidad gane o pierda su equipo. Si pierde porque pierde y si gana porque no lo hace a su gusto o con la suficiente solvencia.

Es cierto que el proyecto está en un momento de dudas, aunque también lo es que quizá se ha dramatizado en exceso, empezando por la sobreactuación de la dirección deportiva tras la noche de Anduva. ¿Que es necesario rasgarse las vestiduras para mantener en alerta al grupo? Cualquiera que esté medio cerca de un grupo competitivo entiende lo que se busca con este tipo de arengas, puede que ligeramente al borde de la realidad, pero necesarias para la correcta reactivación.

La Previa. La Previa.

La Previa. / Departamento Infografía.

Hoy los de Lopetegui tienen otra prueba en un mes que va a marcar muchas cosas en cuanto a los objetivos. Celta y Espanyol, ambos con plantillas hechas para otras historias, ocupan actualmente puestos de descenso –para más exactitud las últimas posiciones de la tabla clasificatoria– y son los próximos rivales del Sevilla.

Un Sevilla en el que se han encendido las alarmas puede que de manera apresurada. O no. Está claro que perder ya una competición es un duro golpe y más si ha sido ante un rival de Segunda, pero también es conveniente recordar de vez en cuando que esto es fútbol y que situaciones así son necesarias para poner a prueba el carácter de los equipos destinados a grandes cosas. Sin ir más lejos, todo parece seguir un guión parecido al de la temporada pasada a estas alturas, cuarto y recién eliminado de la Copa, por lo que habrá que comparar un proyecto con otro.

Es el reto de este invento de Monchi y Lopetegui que tiene su primer examen ante un Celta que engaña. Si el palo en la Copa dejó al sevillismo descolocado, más puede decirse que lo ha hecho la falta de profundidad –ya reincidente– ante el Alavés. Y los números como local han puesto en entredicho, en ciertos sectores, la pericia del técnico.

El cierre del mercado de invierno pasó y es ahora cuando el vasco debe mostrar aplomo y sapiencia para gestionar los recursos que Monchi ha puesto en sus manos, que no son pocos con el nivel que En-Nesyri y Suso pueden ofrecer en ataque, justo donde el proyecto pide más pólvora.

No lo va a poner nada fácil un Celta que anda en una guerra que no es la suya pero que no podrá escapar de ella si no la afronta como una realidad y el escenario no es precisamente de los que ha ofrecido más comodidad al Sevilla en sus visitas.

Pero para ello hizo Monchi aquella arenga pública tras la eliminación copera y la plantilla debe demostrar para qué está capacitada y por qué es una de las cinco más costosas de Primera División.

Hay ciertas cosas que preocupan a la afición y que deben ir aclarándose, como la marcha anunciada de Banega. Por mucho que se hable de su profesionalidad, ésta debe demostrarse con hechos. La defensa anda cogida con alfileres y el lateral derecho, contando con que Jesús Navas no se resfríe, más, mientras que en ataque lo que falta es una vuelta de tuerca al modelo, pues mimbres parece que hay.

Es una primera prueba de las varias que va a tener el equipo en febrero, un proyecto que tiene argumentos de sobra para arrancar y mantener su posición de privilegio, pero que, a la vez, tiene sus peligros. Dormirse lo dejaría muy al desnudo y Monchi es el responsable máximo, de ahí su quizá desmesurada exposición de cabreo tras el sonrojo sufrido en la Copa, un palo que tiene la importancia justa, pero que pesa.

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