Dinamo de Zagreb - Sevilla | Informe

El riesgo de querer prever el partido

Fernando, hostigado por varios rivales.

Fernando, hostigado por varios rivales. / Foto: Antonio Bat / Efe

El Sevilla jugó con fuego y no se quemó. Demasiado tiempo dejó pasar, una vez más, el equipo de Lopetegui antes de hincarle el diente a un partido que dominaba con su habitual modus operandi: control del tiempo con el balón y escasa profundidad. Sin embargo, cuando el Sevilla dio el definitivo paso adelante tras el descanso, después de la enésima lesión muscular, en esta ocasión la de Diego Carlos y puede que, según dijo Lopetegui, la de Montiel, el pésimo árbitro francés Letexier se inventó un penalti absurdo, de no conocer la naturalidad de los movimientos del fútbol, una mano inocua, sin consecuencias, producto del azar y sin influencia en la jugada. Y metió en el partido al Dinamo, al que de paso estaba permitiendo una excesiva dureza. Su esperpento llegó al súmum de pitar una falta en ataque en pleno zafarrando final croata en una jugada en la que no se vio infracción alguna. Un horror.

Pero aquí se trata de analizar lo que hizo el Sevilla, al que únicamente le soltó las bridas Lopetegui al final de la primera parte y en la reanudación. Entre medio se produjo la preocupante lesión de Diego Carlos, que más que por la afectación muscular que pueda dejar el Covid, como deslizó Monchi, puede responder a la angustia con la que se ve abocado a vivir este equipo cada partido.

Bloc técnico. Bloc técnico.

Bloc técnico. / Infografía / E.F.

Es el riesgo de preverlo todo para intentar controlarlo todo, obviando los avatares del fútbol. Además, los atacantes que se pusieron de gol eligieron mal las opciones o carecieron de acierto, léase las dos llegadas de Rafa Mir y de Ocampos, quien gozó de la mejor con un cabezazo franco a centro de Delaney.

Defensa

El Sevilla apenas sufrió al inicio y al final del partido, ya que el Dinamo sólo se soltó a arreones. Los centros pasados, los balones en largo, propiciaron algunas llegadas inquietantes. En la primera, Koundé sacó en el área chica un balón con veneno. Pero apuros reales no hubo porque el Sevilla defendió tal y como había previsto, manoseando el balón y atemperando al Dinamo con mayor posesión y escaso riesgo del mismo. Orsic estuvo bien vigilado y el Dinamo apenas inquietó cuando interceptó balones en el inicio de algunas transiciones en la medular, con cierta permisividad arbitral en los cruces sobre un mal césped. Aun así, Bono tuvo que sacar una mano salvadora en el zafarrancho croata tras el gol de penalti de Orsic, un cabezazo junto al palo.

Ataque

Si el Papu fue el que intentó fraguar ataques verticales, diagonales y disparos en la primera parte, en la segunda su asociación con Tecatito empezó a dar frutos. El mexicano sí buscó avances verticales en apoyos y paredes, ayudado por Acuña y por las subidas, ya como central izquierdo, de Koundé. Pero faltó el acierto. Rafa Mir no ofreció la referencia adecuada ni eligió bien sus remates.

Virtudes

Se adaptó a las distintas fases del partido sin descomponerse, ni cuando Acuña casi se desespera por el absurdo penalti que le pitaron

Talón de Aquiles

Demasiado tiempo con el freno echado, sabiéndose superior y siendo superior.

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