El señorío del sevillismo que incomoda a Tebas

Opinión | Pisando área

La afición del Sevilla, pese a la prohibición de LaLiga, se fundió con el rayismo asiento con asiento, bocadillo con bocadillo y hasta para pedir dimisiones

La afición del Sevilla, en el estadio de Vallecas. / Rafa Beltrán

29 de septiembre 2025 - 06:15

CUESTIÓN de manías. A Javier Tebas nunca le cayó bien la afición del Sevilla. Por lo general, odia todo lo que sea el populismo... sobre todo si no pasa por caja. Su Edén es un fútbol que se vea a miles de kilómetros de donde se disputa. Por eso su cruzada es que el aficionado pague una plataforma y no un abono con asiento.

Inventó la figura del chivato en los estadios, los informes de LaLiga contra los insultos y las denuncias a Antiviolencia para meterle la mano en la cartera a los clubes y sacar de los estadios a los que no le gustan.

A Tebas lo único que le gusta es que el Real Madrid y el Barcelona ganen dinero. Pero, claro, todos los clubes, todos los presidentes y la Federación tragan. Huyendo de los insultos, racistas o no, da igual, la Supercopa de España se juega en países en los que a las niñas de 9 años las casan con abuelos de sesenta y las mujeres no pueden salir solas a la calle.

Y ahora llega el sevillista y le da otra lección en Vallecas. En el estadio madrileño, un edificio que también hay que decir que se está cayendo, hubo más aficionados nervionenses que si LaLiga hubiera permitido la venta de entradas organizada desde la gestión oficial y el intercambio entre clubes.

El sevillismo se hizo escuchar en Payaso Fofó –aquel mítico soniquete del Dale Ramón se le cantó al de Alcalá y también le entra al defensa Martínez...– y el señorío de una afición pacífica le dio otro ejemplo a LaLiga feudal de Tebas.

No se puede negar que las medidas de seguridad y garantizar la ausencia de incidentes debe ser una premisa que no admita discusión, pero tampoco se puede dejar de destacar que el sevillismo como otras tantas veces demostró que puede convivir asiento con asiento y casi bocadillo con bocadillo con la afición del rival. Como en la final de Copa de 2007, el mayor desplazamiento de la historia (80.000 en Madrid). Tiró de contactos, hizo kilómetros, se gastó el dinero en hoteles y animó a su equipo. Y hasta para pedir dimisiones se fundió con el rayismo: fuera Tebas, fuera Presa y fuera Júnior.

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