Otra vez en el cristal del microscopio

El Sevilla, tras todo lo que desnudó el fallo de Nyland ante el Mallorca, debe empezar de cero si quiere demostrar que está para algo más que para la permanencia

García Pimienta se defiende: "Hago los cambios cuando considero"

Lukébakio, a su llegada ayer a la estación de Santa Justa.
Lukébakio, a su llegada ayer a la estación de Santa Justa. / Juan Carlos Vázquez

El balón que se le escurrió a Nyland y que acabó en el empate de Valjent en el Sevilla-Mallorca del pasado lunes fue una fatalidad. O no. El equipo de García Pimienta se había ganado a pulso el golpe durante muchos minutos y ahora de nuevo el proyecto vuelve al cristal del microscopio, además ante un rival complicado, puesto que el Rayo Vallecano, que viene de dos derrotas frente a dos equipos que están fuera de la Liga del Sevilla, el Barcelona y el Villarreal, ha demostrado durante el global de la temporada ser un conjunto más cohesionado que el de García Pimienta.

Lo bueno es que, pese a todo, la ilusión está y sigue estando al alcance de la mano. Tanto, que una victoria en Vallecas colocaría al cuadro hispalense con los mismos puntos que los madrileños y con el goal average particular a favor justo cuando se acerca el momento caliente de la temporada. La Liga enfila ya la jornada vigésima sexta y es ahí, en el último tercio, cuando se definen los objetivos, en el caso del Sevilla deseado y hasta la fecha imposible de plantears e seriamente por culpa de la irregularidad mostrada a lo largo y ancho de la competición.

La previa
La previa

Unas veces fue la plantilla, que no da más de sí, y otras veces la flecha de la responsabilidad también ha señalado al entrenador, un García Pimienta que ha dejado pasar innumerables veces la oportunidad junto a los suyos de engancharse al grupo que pelea por Europa en partidos asequibles al calor de una afición que ya no pasa por alto los vicios de un entrenador con discurso de fútbol alegre y hechos de equipo reservón.

No sólo han sido la falta de chispa para hacer los cambios y claridad y arrojo para ver el desarrollo de los partidos, sino que también ha pecado el barcelonés de hacer dar a su equipo pasos hacia atrás para defender un resultado con una eternidad por delante. Y lo que menos soporta luego el aficionado es que rueda de prensa quiera hacer ver todo lo contrario de lo que ha pasado delante de los ojos del sevillista de a pie. El último ejemplo ha sido el partido ante el Mallorca, que claramente se comió al Sevilla en la segunda mitad, con ocasiones de sobra para haber empatado antes del error de Nyland, mientras para García Pimienta los suyos habían firmado un partido “muy completo”.

José Ángel Carmona, llegando a Santa Justa.
José Ángel Carmona, llegando a Santa Justa. / Juan Carlos Vázquez

Por supuesto que jugadores como Nyland tienen derecho a fallar y en el entrenador está optimizar los recursos para que un error, el día que se dé, no se traduzca en que los puntos vuelen.

Hoy no lo va a tener fácil el equipo nervionense porque enfrente va a estar un buen equipo y en su hábitat, un estadio de Vallecas que ofrece un ecosistema peculiar y favorable a sus intereses, circunstancias en las que un equipo con jugadores muy jóvenes como el Sevilla –la falta de experiencia la han reconocido esta misma semana los propios protagonistas– no sabe manejarse bien en el fútbol de élite.

Encima, las bajas por lesión sigue siendo la losa con la que García Pimienta, que ya se ha quejado de tener un plantilla “muy corta”, ha tenido que lidiar toda la temporada. Gudelj, casi el único capitán autorizado, se ha sumado a las ausencias de Nianzou, Lokonga y el visto y no visto Akor Adams.

El proyecto de Del Nido Carrasco y Víctor Orta otra vez está sobre el cristal del microscopio y el calendario no es el más favorable a partir de ahora. Últimamente esta plantilla ha demostrado competir más a gusto lejos del Sánchez-Pizjuán que en casa –puede que sean cosas de la presión– y sigue sin salir de esa indefinición a caballo entre los méritos de mantenerse lejos de la zona de peligro pero sin ser capaz de escapar de la mediocridad en una de las ligas más pobres que se recuerdan.

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