Despedida multitudinaria al misionero García Viejo, fallecido por ébola
Unas 200 personas despidieron ayer al misionero Manuel García Viejo, fallecido por ébola el jueves tras su traslado desde Sierra Leona, en un funeral en el que compañeros de la orden de San Juan de Dios a la que pertenecía destacaron su sencillez y su total entrega a los enfermos y a los más pobres.
El funeral, celebrado en el Hospital San Rafael de Madrid, fue oficiado por el obispo José Luis Redrado, rodeado en el altar por una veintena de religiosos de la orden, y presidido por la urna con las cenizas del misionero ante las que depositaron su hábito, un escapulario y las constituciones de la orden de San Juan de Dios, así como un fonendoscopio, que simbolizaba su profesión de médico. Desde Roma, acudió el superior general de la orden, Jesús Etayo, quien dedicó unas sentidas palabras a su compañero del que dijo que se "sonrojaría" de todo lo que se está diciendo de él. Y ello, porque era "sencillo, amable, un poco tímido, y alejado de protagonismos, preocupado y ocupado toda su vida por los enfermos y los pobres".
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