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Sociedad

Recuperar la "honra" por 600 euros

  • El himen puede ser restaurado con una pequeña intervención quirúrgica que en los últimos años ha devuelto la virginidad a muchas mujeres, principalmente de raza gitana o de religión musulmana

El himen, esa membrana que si llegaba intacta al matrimonio era símbolo de pureza y certificaba la "honradez" de una mujer, como antaño decían nuestras abuelas, puede ser restaurado con una pequeña intervención quirúrgica que en los últimos años ha devuelto la virginidad perdida a muchas mujeres.

Una práctica tan antigua como universal y que era una de las muchas "habilidades" de esa vieja alcahueta, meretriz en la juventud, que es Celestina, el personaje creado por Fernando de Rojas a finales del siglo XV.

La operación, de apenas media hora de duración, se practica con anestesia local y no requiere hospitalización. Por ella hay que pagar entre 600 y 3.000 euros.

Mujeres de raza gitana o de religión musulmana, culturas en las que llegar virgen al matrimonio es todavía hoy una costumbre ancestral y una obligación, aunque sólo para ellas, son, en un 95 por ciento de los casos, según la ginecóloga Otilia Martín Crevillén, las principales demandantes de esta cirugía.

Mujeres de entre 20 y 24 años, y en el caso de las gitanas todavía más jóvenes, que se ven obligadas a recurrir a esta "trampa" ante el temor a ser rechazadas por quien se convertirá en su esposo o por sus propias familias, que entienden la virginidad como un bien de alto precio.

Martín Crevillén, que realiza unas 50 himenoplastias al año, restauró el primer virgo en 1993. "Antes no existía demanda. Se ha incrementado con el aumento de la población inmigrante. Si se realizaba alguna era de forma silente", relató.

Por la consulta madrileña de la doctora María Jesús Barba, especialista en cirugía cosmética, pasan todos los años, y desde hace diez, unas quinientas mujeres que por motivos religiosos o socio-culturales necesitan ir "puras" al matrimonio, casi siempre concertado por unos padres que nunca aceptarían lo contrario.

Las mujeres musulmanas acuden a las consultas previas y a la operación "siempre en secreto y muchas veces angustiadas", solas o en compañía de una amiga, "casi nunca con la madre", relata Otilia Martín Crevillén, y siempre con la obsesión de "quitarse un peso de encima" ante el temor a ser "repudiadas".

"Vienen convencidas de que tiene que ser así, de que perder la virginidad antes del matrimonio es una deshonra para su familia. Y con el temor de que su vida puede incluso peligrar", cuenta la doctora Barba, quien recuerda que a más de las tres cuartas partes de las mujeres del mundo "se les obliga a ir puras al matrimonio".

Las jóvenes gitanas encaran el problema sin tanta angustia, pero casi siempre convencidas de que, por tradición, la "flor de su virginidad" debe estar intacta la primera noche. Además, tendrán que demostrarlo públicamente, ante toda la parentela, -la famosa prueba del pañuelo-, antes y después de la boda. "Vienen a la consulta con su madre, su abuela, las hermanas, las amigas....", comenta la doctora Barba.

La experiencia de la doctora Martín Crevillén es que las jóvenes gitanas van "más obligadas que convencidas".

Al margen de estos dos grupos sociales, son contadísimos los casos, relatan ambas doctoras, de españolas que recurren a la himenoplastia antes del matrimonio. Casi siempre son mujeres que, después de una ruptura matrimonial, inician una nueva relación sentimental "y quieren hacerlo intactas", cuenta María José Barba.

"También -añade- he atendido a prostitutas de alto standing que han encontrado en la virginidad un reclamo para captar clientes. Conozco a una que se ha hecho la operación siete veces".

La himenoplastia se realiza como mínimo un mes antes de la fecha de la boda, para que cicatrice bien, aunque Otilia Martín recomienda tres a sus pacientes, que en todos los casos "abandonan la clínica por su propio pie, sin problemas", concluye.

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