Unicef necesita 13 millones

Agua, servicios sanitarios, nutrición, salud y educación son las prioridades.

Un grupo de familias en un campamento improvisado en el centro de Puerto Príncipe.
Un grupo de familias en un campamento improvisado en el centro de Puerto Príncipe.
Ignacio Martínez

17 de enero 2010 - 05:01

Cuatro días después de la catástrofe, los héroes son los supervivientes. Como Redjeson Hausteen Claude, rescatado por un grupo de bomberos españoles. El pequeño de dos años quedó atrapado entre los escombros de una casa y fue encontrado junto a los cadáveres de otras dos personas, tres días después del terremoto. El rostro de Redjeson sólo perdió el miedo y recuperó la sonrisa cuando fue entregado a sus padres. Todavía hay esperanza en Puerto Príncipe.

Las organizaciones internacionales intentan poner en marcha servicios básicos y coordinar su actuación con los demás cooperantes sobre el terreno, para evitar solapamientos y aumentar su eficacia. Pero no es fácil. Las telecomunicaciones, por ejemplo, siguen siendo muy complicadas. Organizaciones como Unicef, con la que el Grupo Joly, editor de este diario, colabora para recaudar fondos de ayuda a los damnificados por la catástrofe, tiene una gran experiencia en la zona.

La oficina permanente del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia trabaja para superar años de violencia, inseguridad e inestabilidad en este país. Haití tiene una larga historia de catástrofes naturales. Las últimas, en 2008: cuando se vio duramente golpeado por los efectos combinados de la crisis alimentaria y cuatro huracanes o tormentas tropicales seguidas. Los huracanes Fay, Gustav, Hanna e Ike destrozaron casi 30.000 casas y provocaron el desplazamiento de unas 800.000 personas, incluidos 300.000 niños. Cerca de 1.000 colegios fueron destruidos, lo que afectó a 200.000 niños en edad escolar.

El plan de emergencia diseñado en esta ocasión por Unicef tiene un presupuesto de 13 millones de euros hasta el mes de marzo, de los que casi la mitad se dedicarán a abastecimiento de agua y servicios sanitarios y de higiene. Uno de los problemas derivados de la destrucción de las tuberías de agua potable es que la población empiece a beber agua contaminada, con el riesgo de enfermedades. Unicef va a montar servicios de asistencia técnica en Puerto Príncipe, Carrefour, Jacmel y el resto de poblaciones afectadas, para restablecer los servicios y cooperar con el Gobierno de Haití y la comunidad internacional para diseñar las prioridades en la materia. También distribuirán entre la población bidones de agua, pastillas para purificar el agua, cubos, jabón y material con consejos educativos sobre higiene. E instalarán letrinas comunales en los campamentos provisionales.

El segundo capítulo del plan de emergencia es el de la nutrición. Unicef se dispone a distribuir galletas altas en proteínas, cápsulas de vitamina A, polvos con múltiples micronutrientes y comida terapéutica. Los desastres naturales tienen un tremendo impacto sobre la salud psicológica de los niños. El shock postraumático les genera estrés, miedo a estar en lugares cerrados o insomnio. Además, en muchos casos se han quedado huérfanos. El establecimiento de escuelas amigas de la infancia en las que los niños puedan sentirse a salvo, jugar y recibir apoyo psicológico es una de las tareas más urgentes. Al mismo tiempo, hay que fomentar la colaboración con agentes locales para la protección de los niños y sensibilizar a la población contra el abuso o la explotación de niños indefensos.

Salud y educación son los restantes ejes principales de la campaña de ayuda a los niños haitianos. Hay una atención especial para los que tienen entre seis meses y 15 años; vacunas contra el sarampión, suplementos de vitamina A, prevención de diarreas, malaria o infecciones respiratorias.

Los problemas sociales del país ya son gravísimos sin necesidad de que haya catástrofes naturales. En Haití la distribución de los ingresos es altamente desigual: solamente uno de cada 50 habitantes tiene un ingreso fijo. Tiene el segundo índice de densidad demográfica más alto en el hemisferio occidental. Viven más de diez millones de habitantes en un territorio equivalente a las provincias de Córdoba y Granada juntas. Cuatro de cada diez niños y niñas viven en hogares con pisos de tierra y en condiciones de hacinamiento, con más de cinco personas compartiendo una habitación. Se estima que un 46% de la población tiene menos de 18 años de edad, lo que supone que hay más de cuatro millones de menores en el país. Su localización geográfica y la deforestación del 97% de su territorio hace que Haití sea muy vulnerable a huracanes y tormentas tropicales, que provocan grandes inundaciones y derrumbamientos de tierra.

La superpoblación de los barrios, el difícil acceso al agua potable y las condiciones sanitarias deficientes aumentan la posibilidad de enfermedades causadas por el agua contaminada. La mortandad infantil es extraordinariamente alta. Ocho de cada 100 niños mueren antes de alcanzar los cinco años de edad; 6 de cada 100 mueren antes de cumplir un año. Sólo el 54% de la población tiene acceso a agua potable. La mitad de los niños asiste a clase en la enseñanza primaria y un 20% en secundaria.

Los expertos de Unicef en esta clase de catástrofes sostienen que es urgente la vuelta de los niños a clase lo antes posible. Además de ser fundamental para sus vidas a largo plazo, tras una tragedia como la del día 12, la escuela proporcionará a los niños sensación de normalidad y estabilidad. Para todas estas necesidades y algunas más, Unicef intenta recaudar urgentemente 13 millones de euros. Después de todo, los héroes no son sólo los supervivientes.

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