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Educación

Los profesores comienzan a prepararse para aterrizar con la ley Celaá

  • Ninguna comunidad ha aprobado aún los currículos de la Lomloe, que son de aplicación tras el verano 

  • La nueva legislación implanta un modelo más centrado en la adquisición de competencias y menos en la tarea memorística

Un maestro imparte una clase en un colegio de Córdoba.

Un maestro imparte una clase en un colegio de Córdoba. / M. G.

Los profesores afrontan el próximo curso el reto de aterrizar en clase los nuevos currículos de la ley Celaá sin que ninguna comunidad autónoma los haya aprobado aún, lo que añade incertidumbre a sus principales dudas: cómo quedarán las cargas lectivas de sus materias y cómo enseñar de un modo más adecuado a la adquisición de competencias.

Después de aprobarse este año los reales decretos de enseñanzas mínimas del Ministerio de Educación --de Infantil a Bachillerato-- ahora son las comunidades autónomas las que deben completarlos. El Gobierno sólo fija los saberes básicos de cada materia y las horas que hay que dedicarles --el 60% para las comunidades sin lengua cooficial y el 50% para las que sí la tienen--.

Las modificaciones introducidas en el currículo por la ley Celaá (Lomloe), que entró en vigor en enero de 2021, comenzarán a implantarse en el año académico 2022-2023 en los cursos impares (1º,3, 5º de Primaria; 1º y 3º de Secundaria y 1º de Bachillerato).

El más de medio centenar de asesores ministeriales que han ayudado a desarrollar las nuevas enseñanzas, todos profesores en ejercicio, están trabajando para tener listo el 30 de junio las "situaciones de aprendizaje", una de las herramientas clave para llevar a la práctica el enfoque de adquisición de competencias de la ley Celaá (menos memorístico, sin renunciar a los contenidos).

Tres de los asesores coinciden en que la mayor inquietud se centra en la concreción de las situaciones de aprendizaje, es decir, los escenarios en los que los niños tienen que demostrar de forma práctica y creativa lo que han aprendido.

Se trata de conectar el aprendizaje con la vida real y que el niño sepa utilizar los conocimientos, no sólo almacenarlos o memorizarlos sin más, en convergencia con lo que están pidiendo desde hace tiempo organismos internacionales como la OCDE y la Unesco.

José Manuel Calahorra, profesor de Física y Química de Secundaria y Bachillerato en Almería, explica que el retraso en la publicación de los reales decretos por parte del Ministerio "lleva parejo" el de las comunidades que "van apuradas", con lo que los profesores no conocen parte de los currículos del próximo curso.

Solo la Comunidad de Madrid ha complementado uno de los decretos ministeriales de enseñanzas mínimas, el de Educación Infantil.

En el curso 2022-2023 habrá además muchas asignaturas nuevas aunque en otras las variaciones de contenidos son "pequeñas" y lo que cambia son "las orientaciones metodológicas, enfoques que no había antes", explica el docente, de 51 años.

La carga lectiva, una preocupación laboral

Por otro lado, hay una "intranquilidad grande con las horas que ganan o pierden las materias, porque al introducirse áreas nuevas otras pueden salir damnificadas. Por ejemplo, en Andalucía, en uno de los cursos se va a retirar música y será optativa más adelante, pues los de música temen que la carga horaria se les venga abajo", explica.

Pese a que hay voces que lo piden, Calahorra no cree una buena idea aplazar un año la implantación de los cambios, porque "muchas veces la única forma de cambiar el paradigma es dar un primer paso".

"No es un currículo amenazante"

Por su lado, la profesora canaria de Lengua y Literatura Ana Muñoz afirma que los docentes que conoce no están asustados por el cambio, lo que piden es "paciencia para adaptarse y ejemplificaciones; un texto curricular es un documento técnico que necesita situaciones de aprendizaje".

"No me parece que sea un currículum amenazante que de miedo sino lo contrario: hay expectativas de ver las ejemplificaciones para facilitar su aterrizaje en el aula de un modo correcto", indica Muñoz.

En su opinión, un currículo nunca inventa nada, "en todo caso descubre, porque siempre va a posteriori de las prácticas de éxito en clase. El currículo es el que se ha quedado obsoleto sobre las prácticas de aula y por tanto es el que se adapta".

Reconoce, por otro lado, que el retraso en la publicación de los decretos autonómicos es un problema en el sentido de que al profesorado le habría gustado leerlos con tranquilidad en vacaciones, pero "jamás un cambio curricular se ha hecho en uno o dos meses", sino que se construye a lo largo de varios cursos.

"Se necesitará tiempo y si se ofrecen ejemplificaciones pues será más fácil, pero no las necesitamos en septiembre porque no son recetas aplicables a todas las aulas del país sino que el profesorado, en el ejercicio de su autonomía, podrá adaptar a su contexto e imaginar sus propias situaciones de aprendizaje, no son prescriptivas sino orientativas".

Otra de las cuestiones que genera mucho debate son las horas que gana o pierde cada departamento, pero es "humano que el trabajador piense en sus condiciones laborales".

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