Un periodista escribe sus 30 años con depresión y anima a "salir del armario"
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Anxo Lugilde publica su nuevo libro 'La Vieja Compañera'
La visibilidad es una de las principales armas para luchar contra la depresión, una enfermedad que si no se diagnostica y no se trata debidamente “es la antesala de la muerte, porque te deja sin ganas de vivir”.
Esa es una de las reflexiones que el periodista y politólogo Anxo Lugilde (Lugo, 1970) hace en su nuevo libro La Vieja Compañera en el que narra sus treinta años peleando contra esta dolencia.
Lo hace en una narración con la que quiere animar a sus “camaradas depresivos” a que “salgan del armario” después de años en los que las personas con problemas de salud mental y sus familias “han vivido bajo la losa del estigma”.
Él mismo, hasta que dio el paso de verbalizar que padecía depresión, se encontraba preso de su propia enfermedad y solo después de un periodo muy largo decidió abordar esta cuestión de forma pública, rememora en una conversación con Efe.
“Eso me llevó lustros, pero la verdad es que entre mis allegados encontré solidaridad y quienes me querían joder ya lo sabían e incluso lo utilizaban para atacarme”, recuerda.
Después de haber dado ese paso, cayó en la cuenta de que “en el caso concreto de la depresión el primer problema es de visibilidad” porque la sociedad, aunque cada vez ocurra menos, todavía ve esta dolencia como una “enfermedad, avergonzante, maldita... un tabú”.
“Los depresivos tenemos la obligación cívica de salir del armario y defender a nuestros camaradas” porque ese armario, oscuro y silencioso, es el mejor hábitat para que la depresión avance y acabe marcando el día a día, opina.
Otra de las reivindicaciones de Lugilde tras más de media vida sufriendo episodios de depresión, el primero con 18 años, es la necesidad urgente de avanzar en “investigación” acerca de la enfermedad porque en la actualidad, y pese a que afecta a millones de personas en el mundo, “se sabe poquísimo de ella”.
“La sociedad sabe más de alguna enfermedad rara que, con todos mis respetos, afectan a colectivos pequeños, que de la depresión, que afecta a millones de personas en todo el mundo. La mayoría de la gente que la padecemos tenemos problemas físicos”, que en su caso derivaron en una cojera o en contracturas en la espalda, pues se manifiesta en “el cuerpo de diferentes maneras”.
Por eso ante cualquier atisbo de duda hay que actuar. “Si dudas en ir al psicólogo, vete”, dice contundente.
Según su experiencia, los temores a la hora de acudir a un especialista derivan de la concepción social y de los prejuicios, pero cuando una persona vislumbra la posibilidad de tratarse es que ya lo necesita, sostiene.
“Si has llegado a ese punto es que lo necesitas y cuanto antes se aborde la enfermedad más fácil es de controlar”, cuenta este hombre al que la depresión lo llevó a intentar suicidarse en más de una ocasión.
Ahora que conoce bien a su enfermedad sabe de la peligrosidad de la misma pues, si no la enfrentas con ayuda de profesionales, se las ingenia para bloquearte, para impedir que sientas placer y, finalmente, “para conducirte al suicidio”, para poner fin al “sufrimiento atroz” que lleva parejo.
El escritor gallego considera que esta cuestión también debe ser abordada desde los poderes públicos, ya que desde las instituciones se debe trabajar para mejorar la atención a las personas con trastornos mentales con refuerzo en las plantillas de psicólogos y psiquiatras, porque tratar la depresión “sigue siendo muy caro”.
“Yo una vez fui al psicólogo de la seguridad social y tuve una consulta de cinco minutos. Eso no sirve. Entonces tienes que ir a consultas privadas y una terapia continuada es muy cara. El sistema público todavía no está preparado para abordar un trastorno que le puede afectar a cualquiera”, razona.
Espera, con sus escritos y los de otros, que la “valentía” con la que muchos han narrado sus vivencias sirva para poner el foco sobre la salud mental "que se ha de cuidar tanto o más que la salud física".
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