El ritual tras la elección papal: qué sucede cuando se elige un nuevo pontífice

El proceso posterior a la elección del Papa sigue un protocolo ceremonial estricto que comienza inmediatamente después de alcanzar la mayoría necesaria en el cónclave. El cardenal elegido debe, como primer paso formal, aceptar el cargo y seleccionar el nombre pontificio con el que será conocido durante su papado, tras lo cual recibe las felicitaciones de los demás cardenales presentes.

Tras este momento de reconocimiento colectivo, el nuevo pontífice se retira a un espacio conocido como 'la habitación de las lágrimas'. Este nombre deriva precisamente de ser el lugar donde el recién elegido Papa permanece en soledad y experimenta emocionalmente el peso de la responsabilidad que acaba de asumir. En esta sala dispone de hábitos blancos en tres tallas diferentes para que pueda escoger la que mejor se adapte a su complexión.

¿Cómo se anuncia al mundo la elección de un nuevo Papa? El momento culminante ocurre cuando el nuevo pontífice sale al balcón de la basílica de San Pedro, donde el cardenal protodiácono, actualmente el francés Dominique Mamberti, proclama en latín la identidad del elegido y el nombre pontificio escogido: "Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam" (Os anuncio con gran alegría: ¡tenemos Papa!). Esta comunicación en latín explica por qué en ocasiones resulta difícil comprender inmediatamente el anuncio.

La esperada aparición del sucesor

Después del anuncio oficial, el nuevo Papa se presenta ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro y dirige sus primeras palabras como líder de la Iglesia Católica. Todo este proceso, desde que aparece la característica fumata blanca hasta que el pontífice sale al balcón, suele prolongarse durante aproximadamente 45 minutos, generando una intensa expectación entre los fieles y medios de comunicación presentes.

El ritual de transición

Durante este intervalo, mientras el mundo espera, el nuevo Papa completa los primeros actos protocolarios de su pontificado, preparándose para asumir públicamente su nuevo papel como cabeza de la Iglesia Católica y sucesor de San Pedro.