Análisis de Eurovisión 2023

Blanca Paloma y el fracaso cantado de España que nadie vio venir

La representante española de 2023, Blanca Paloma durante un ensayo en Liverpool

La representante española de 2023, Blanca Paloma durante un ensayo en Liverpool / CHLOE HASHEMI - EBU

Cuando en 2017 Manel Navarro soltó aquel gallo en Eurovisión con Do it for your lover el jurado de Eurovisión no le dio ni un solo punto, pero el televoto, el público, sí que le concedió un rescoldo de 5 votos. Los mismos que este sábado ha cosechado la que era una pulida actuación calculada en puesta en escena, música y voces con Blanca Paloma y Eaea. Un tema que estaba en el Top 5 de las casas de apuestas durante el último mes, que había puesto de acuerdo a los eurofans españoles y que se perfilaba como un tema aflamencado que iba "a ser entendido" en el resto de países. Pero no ha gustado. Tal vez tampoco ha sido "entendido". 

Pongámonos en situación. Tras la euforia de Slo Mo, Eaea ganó este febrero el Benidorm Fest con respaldo del jurado y del público frente al electrónico Quiero arder, de Agoney, y el pop divertido de Nochentera de Vicco. Logró el respaldo de los eurofans. Para el público español Eaea es una sentida nana por bulerías de compás electrónico, de letra sencilla, palmas y voz amplia de quejíos. Pero desde fuera, para un espectador sentado en su casa de Moldavia, Dinamarca o Australia, puede contemplar posiblemente un guirigay aparatoso, unas bailarinas sincopadas, desordenadas, y una voz más ensordecedora que sentimental, con más inspiración 'arábiga' que 'flamenca'. Por la indiferencia con que ha respondido el público del continente Eaea no era como nosotros creíamos que era. Y no, no ha gustado.

Blanca Paloma en el videoclip oficial de 'Eaea' Blanca Paloma en el videoclip oficial de 'Eaea'

Blanca Paloma en el videoclip oficial de 'Eaea' / RTVE

Los cinco votos del público se reparten entre los 3 que nos dio Portugal y 2 el nuevo apartado de Resto del Mundo, con los espectadores que veían el festival en toda Latinoamérica. El balance es paupérrimo cuando se suponía que el tema español estaba entre los favoritos. Con Slo Mo parecía que era fácil triunfar en Eurovisión. El 17º puesto de Blanca Paloma nos ha puesto los pies en el suelo. Eurovisión es muy complicado y lo que hizo Chanel está al alcance de pocos. Pero ella sigue siendo la referencia para otros años. Y a Israel, repitiendo tercer puesto con Noa Kirel, le ha funcionado la copia.

Ante el rotundo fracaso de Eaea entre los espectadores (que no entre los jurados, donde fue novena con 95 puntos) habrá que reconocer que ha existido un problema de autocomplacencia y cierta miopía para detectar que Eaea no era tan idóneo para asistir a Liverpool. Sólo nosotros recordamos que hace 40 años Remedios Amaya se llevó cero puntos (entonces sólo había jurados) y que el flamenco merecía una oportunidad en Eurovisión. Habrá que aceptar que ni el flamenco ni sus derivados necesitan de este escaparate y que, ciertamente, tal como ha quedado en evidencia, es complicado que un tema étnico español tenga el gancho necesario como para seducir a mayorías tan dispersas.

Las votaciones de los jurados de Eurovisión son tan conservadoras como siempre y parecen haber estado guiadas por los planteamiento de las casas de apuestas que desde el primer momento daban como vencedora a Loreen, antes de que sonara una nota de Tattoo, tema previsible pero bien trabajado ¿Hay dosis de sugestión en los jurados? Desde siempre ¿Y el televoto? El público en su casa, como siempre, hace lo que le da la gana. Y quienes más interactúan son los menores de 30 años y donde es importante el peso del colectivo LGTBI. Entre el público ganó Finlandia, el techno Cha cha, cha, con Suecia segunda, ahí se hundieron propuestas más clásicas como España o Francia y fueron empujadas canciones más provocadoras, como la de Croacia. En el televoto sigue existiendo mucho 'vecindeo' y puntos previstos por inmigrantes, simpatías nacionales y culturales, pero siempre hay margen para convencer por espectáculo, por calidad. Lo consiguió Chanel pero, lamentablemente, no ha podido ser con Blanca Paloma. 

Al menos se está en camino de conseguir una trayectoria lucida en el festival, como logran los países nórdicos o Italia, año a año. Es la razón por la que creó el Benidorm Fest. Un festival donde en 2024, es necesario, hay que mejorar el nivel general de la preselección. Y de ahí tiene que surgir ese tema que tenga tanta brillantez como para que se 'entienda'  y, sobre todo, guste en el mayor número de países posible. Del Benidorm Fest tiene que volver a surgir canciones que aspiren de veras a ganar Eurovisión y de esa regularidad entre puestos excelentes llegará algún año la ansiada victoria. Hemos vuelto a caer en la cuenta de que eso es difícil. Hay casi 40 países que buscan lo mismo.

Ahora nos llama más la atención que Chanel y Slo Mo recibieran tantas críticas en nuestro país antes de viajar a Turín, donde consiguió 228 puntos del público y 231 del jurado. La ganadora del primer Benidorm Fest fue centro de iras y odios durante meses cuando fue considerada ganadora moral de la pasada edición. Hubo mucha injusticia en España contra ella, casi proporcional con la generosidad con que fuera recibida en el extranjero. Con Blanca Paloma ha sucedido exactamente lo contrario.

La audiencia del Festival de Eurovisión

En cuestión de datos, esta final fue seguida por 4,8 millones de espectadores en España, 39,8%, a distancia de los 6,8 millones (dos millones menos) que con Chanel, con un 50,8% de cuota. En el anuncio del televoto para España había 5,8 millones de espectadores ante La 1 que asistieron al decepcionante resultado. Ya en el Benidorm Fest se perfilaba este visionado a la baja.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios