La suerte está echada y la actuación venía ya muy perfilada desde el Benidorm Fest, en el que Eaea se alzó como tema ganador de manera contundente. Las bulerías que España lleva al Festival de Eurovisión forman una catarsis de ritmo y poderío que debería de funcionar muy bien ante el público continental. España está en el Top 5 de las casas de apuestas y Blanca Paloma actuará este sábado (21.00, La 1) en octava posición (el puesto en que participaron dos iconos del Festival, Abba, en 1974 y Dana International, en 1998, como recuerda el analista eurovisivo andaluz Luis Mesa). En noveno lugar aparecerá la gran favorita, Suecia, con Loreen. 

La ilicitana viste corpiño rígido en su vestimenta de arquera, con pantalones blancos, que mantiene respecto a Benidorm aunque ofreció versiones distintas de la canción en cada una de las apariciones previas en estos meses. A su lado, sus cinco bailaoras, también con la misma ropa, vestido rojo y botas, que en el festival que les dio este pasaporte a Liverpool.

La parte final, con un plano cenital de altura que deja la escena en forma de ojo, la luz en las manos en metáfora de la luna, la mezcla rápida de imágenes en pleno trance, y un canto definitivo más prolongado y agudo son los principales cambios frente la actuación que ya deslumbró a los eurofans en la cita de febrero.

Como viene sucediendo en los últimos años, el jurado anunciará sus puntos país por país aunque los portavoces sólo desvelarán los 12 puntos y en una segunda ronda, de manera acumulativa, se irá conociendo el número de puntos del televoto, donde el año pasado se dio el vuelco con la ganadora, Ucrania.

La novedad de 2023 es el televoto internacional más allá de los participantes, Resto del Mundo. Blanca Paloma podría tener en esos votos el apoyo del público latinoamericano.