Que la cultura en televisión lo tiene muy complicado es una evidencia. Viene de muy atrás. Pero en otras etapas, siempre quedaba el reducto del segundo canal, aquel entrañable UHF, capaz de acoger cualquier contenido por elitista que pareciera. Los programadores no rechistaban y se mostraban encantados ante tal nivel de excelencia. La 2 tiene unos orígenes más elevados y exquisitos de lo que pueden imaginarse los espectadores más jóvenes.

Quienes de verdad nos sentimos en nuestra salsa entre los libros, el cine clásico, todas las músicas (clásica, jazz, flamenco), las artes escénicas y las artes plásticas, no podemos realizar el ejercicio de recordar la parrilla de la programación de los años setenta y ochenta. Porque nos morimos de nostalgia e impotencia. Lo de ahora no tiene nada que ver. Absolutamente nada.

Con la llegada de las televisiones privadas en 1990 todo cambió, salpicando también a canales que se suponían intocables en su filosofía y contenidos, como en la entonces bautizada como La 2, que se convirtió en un cajón de sastre deportivo, infantil y de entretenimiento.

De cara al nuevo siglo hubo un intento de reflotar como canal temático un Canal Cultural, al estilo de Clan o Teledeporte. Pero aquello sucumbió antes de empezar. Durante su largo periodo de emisiones en prueba se percibía cuánto de kamikaze tenía la propuesta. Por pedante y elitista. Si el canal #0 actual logra un 0,1% de audiencia, ese canal cultural se habría conformado con un 0,001%, tirando muy por lo alto, intuimos.

Volvamos al presente. Estamos finalizando 2022. TVE grabó entre marzo y julio 12 entrevistas con eminencias que decidió emitir en el último trimestre del año. Una de ellas tuvo lugar con el escritor Luis Landero, que acaba de ganar el Premio Nacional de Narrativa. Es una delicia escucharle. Para apuntalar la emisión, que tendrá lugar el próximo jueves, los programadores de la RTVE que preside Elena Sánchez han decidido ubicarla, a modo de hamburguesa, entre dos entregas de Cómo nos reímos. Chiquito de la Calzada y Martes y Trece por delante y por detrás. Un completo desatino del que es culpable la obsesión por las audiencias.

Si el escritor extremeño, Premio Nacional de las Letras, que no debe ser nada aficionado a las frivolidades televisivas (aunque dice inspirarse antes las historias de en First Dates), se encuentra esa noche viéndose con sus amistades la programación de La 2, quedará perplejo ante el programa telonero que se encuentra.