Hay dos ausencias inexplicables en la programación actual de TVE. Aunque se trate de programas con títulos distintos, Millennium y Enfoque, en realidad se tratan hasta cierto punto del mismo: una tertulia distendida de una hora de duración en la que una serie de especialistas en una materia argumentan y aportan datos y opiniones a los espectadores (muy importante separar en este caso los datos de las opiniones, pero ambos suman y enriquecen).

Afirmo que son ausencias inexplicables porque un formato de este tipo nunca debe faltar, sea con el título que sea, en la parrilla de una televisión pública. Los dos aludidos fueron los últimos de una larga lista que se inició desde que existe el medio en nuestro país. Ambos fueron los únicos de este género que se emitieron en pleno siglo XXI, perdidos entre la jungla de la televisión comercial, escondidos en La 2.

Los degustadores de la televisión de calidad (televisión gourmet, denomino yo; me consta que todavía los hay, y no están necesariamente en las plataformas) recordarán, por orden cronológico de emisión, que la presentadora de Enfoque era Elena Sánchez Caballero, y el presentador y al alimón director de Millennium, Ramón Colom Esmatges. En la actualidad, ambos miembros del Consejo de Administración de RTVE.

Por eso es muy de extrañar que personas conocedoras de la Casa por dentro, tan amantes de la buena televisión, no pongan en marcha durante su mandato un formato similar al que una vez ellos mismos pilotaron. Un formato en el que, estoy convencido, fueron felices y vivieron algunas de las páginas más preciosas y enriquecedoras de su largo idilio con el medio televisivo. Enfoque todavía tuvo la fortuna de ser emitido a las once de la noche. Millennium, por decreto, nunca salió en antena antes de la madrugada. Y una anécdota: jamás gozó de una redifusión. Ni al amanecer.

Como espectador, no puedo entender que esto suceda. Que con los ‘mercaderes’, ‘negociantes’ y políticos, en el más amplio sentido del término político que les precedieron en el Consejo y los que les puedan suceder, entra dentro de mis previsiones.

Pero que teniendo Elena, presidenta interina, y Ramón mando en plaza lo consientan, de verdad que me cuesta digerirlo. Confieso que soy mucho más infeliz desde que Millennium’saltó de la parrilla. Era mi placebo para mis neurotransmisores funcionaran. Ahora he vuelto a las pastillas. Prescritas.