La serie The Big Bang Theory concluyó en 2019 tras doce temporadas en antena, en la CBS, y de ahí a todo el mundo. A diario se repone en abierto en el canal Neox. Algunos de sus capítulos se pueden ver bajo demanda en Atresplayer pero para tener al completo la convivencia de Sheldon y Leonard hay que tener la plataforma HBO Max.

El público se identificó con los científicos de Pasadena y su vecina Penny y esta comedia de Chuck Lorre forma parte de la remesa surgida a mediados de la primera década del siglo, desde Perdidos a Breaking Bad, donde las series dieron el salto hasta convertirse en producciones de culto. Big Bang es la más destacada sitcom de esta edad de oro y de ahí una permanencia sin precedentes en el género de la comedia televisiva. Su spin off, Young Sheldon, no ha tenido la misma relevancia y en cualquier momento se podría producir el milagro de un reencuentro de sus actores  (sus tres protagonistas iniciales fueron los mejor pagados del momento, un millón de dólares por capítulo).

Todas las pizarras que aparecían en la serie eran reales. Los cálculos y formulaciones eran auténticos, supervisados por científicos que se animaron a avivar la complicidad con los espectadores más expertos en ciencias. Las alusiones a científicos de todas las épocas y países (como nuestro Santiago Ramón y Cajal, Sheldon se queda con uno de los dibujos que adquiere su secretaria para regalar a la novia Amy) contribuye a divulgar labores y teorías y quién no conoce al gato de Schrödinger y el efecto Doppler a estas alturas.

Sheldon Cooper, a cargo del actor Jim Pasons, es físico cuántico y admirador de todos aquellos antecesores en su labor. La física es para él la principal ciencia e incluso disciplinas como la geología no son para Sheldon una ciencia. Era inevitable que Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica, tuviera sus alusiones y hay una muy llamativa en la que los guionistas reconocieron a todos los integrantes del Proyecto Manhattan en el que se gestó la mortífera arma. Oppenheimer, de Christopher Nolan, se ha convertido junto a Barbie, en la película del año.

En el capítulo tercero de la cuarta temporada de Big Bang Sheldon tiene un encontronazo con Amy y su naciente relación sentimental parece irse al traste. Es entonces cuando el doctor Cooper descubre el cariño de los gatos. Su cariño por los gatos, que muestran más bien su típica frialdad.

Un momento memorable.

Sheldon adopta a un pasota gato blanco y negro con el nombre de Oppenheimer y para que no se encuentre solo crea "una manada" de gatos en caso con los nombres del resto de científicos principales del Proyecto Manhattan: Enrico Fermi, Richard Feynman, Edward Teller, Otto Frisch, y...  bueno, Sheldon se veía inspirado por poner a un sexto gato el nombre de un fisiólogo y físico alemán anterior a este grupo, Hermann Von Helmohtz, pero prefiere dejarse arrastrar por su simpatía (que ya es decir en el caso de Sheldon) y se derrite con el nombre de "Chachito". Un célebre gag gatuno de Big Bang.  "¿No es "chachi"?".