Visto y Oído

Series tikitaka

Marear la pelota hasta la náusea, reiterar, reincidir y controlar sin resultado ni ambición. Una horizontalidad monótona que no es exclusiva de los jugadores de Fernando Hierro. El "titki taka" (exacto palabro del recordado Andrés Montes, acuñado hace ahora doce años en los albores de La Sexta) es el preciosismo al toque. Pero se ha convertido en el manoseo que da vueltas sin avanzar ni resolver. Se ha terminado de convertir en un defecto de la selección (involución de sus virtudes) que también se vive a diario en ese cargante universo de las series, tan inabarcable y de exigente criba. Las series, con ese reptar de pachorra que a veces tienen para presentar su universo, se han convertido en una infantería visual de tiki takas. Por ahí estallará la burbuja.

Por ejemplo, La peste de nuestro paisano Alberto Rodríguez, prometedora en su ambientación y actores, no deja de ser en su primera temporada en Movistar + una sucesión de carreras y diálogos serenos que no pasan del medio campo: rondan el área de la intriga pero no terminan de rematar a la meta. En las series propias de Movistar +, tal vez por defecto arrastrado de nuestro propio cine, abunda el tiki taka insulso incluso en las más valorables, como sucede en el primer capítulo de Félix.

Trust o Mosaic (la de Sharon Stone),ambas la HBO, requieren bastante paciencia en el rondo de miradas y personajes, como sucede en la segunda tanda de Westworld. Le pasa a medio Netflix y es lo que le ha pasado durante esas últimas temporadas a The walking dead, a la espera siquiera de alguna escena con zombis que vengan a animar al personal.

Ya en abierto, las series de Bambú, como Velvet o Tiempos de guerra abusan del tiki taka romántico en sus estiradas entregas hasta agolparlo todo en los últimos minutos de la temporada...

Esto dar vueltas en horizontal ya lo inventaron hace años en Latinoamérica. Lo llaman culebrones.

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