Opinión taurina

Córdoba, ahora o nunca

  • Los ataques del movimiento antitaurino a la becerrada homenaje a la mujer cordobesa han sido el detonante para que el taurinismo cordobés haya dicho basta y haya pedido respeto

Concentración promovida por el Círculo Taurino de Córdoba, delante de la Plaza de Toros.

Concentración promovida por el Círculo Taurino de Córdoba, delante de la Plaza de Toros. / Juan Ayala

La concentración promovida por el Círculo Taurino de Córdoba el pasado jueves puede suponer un punto de partida para buscar soluciones a los problemas que rodean a la tauromaquia en la ciudad de los califas.

Los feroces ataques, bien orquestados y mejor difundidos, del movimiento antitaurino contra la becerrada homenaje a la mujer cordobesa, festejo secular, han sido el detonante para que el taurinismo cordobés (parte de la afición, no toda) haya dicho basta y haya pedido respeto para una tradición ancestral y que, además, está considerada patrimonio cultural de España por ley.

El Círculo Taurino de Córdoba promovió el acto en defensa a su labor, a sus fines, a su escuela taurina y al toreo en general, pero tal vez sin saberlo, su acto pueda servir de arranque a un movimiento que defienda, promueva y vele por la tauromaquia en nuestra ciudad.

Al acto del pasado jueves acudió un buen número de cordobeses, entre los que se encontraban profesionales, tanto en activo como retirados, peñistas, miembros de otras asociaciones y público en general.

La tauromaquia es un ceremonial atávico de la cultura mediterránea que aún pervive

También se notó la ausencia de otras; solo haría falta saber si fueron convocados directamente o no, y así conocer su implicación en la dura y difícil tarea de intentar devolver a la Córdoba taurina al lugar que por historia y tradición le corresponde.

Cierto es que los taurinos tienen que sacudirse muchos complejos. Ha llegado la hora de mostrar sin tapujos su afición, revelar que no es algo arcaico y cruel, sino un ceremonial atávico de la cultura mediterránea y que aún pervive, a pesar de todas las trabas impuestas en el transcurso de la historia.

La fiesta taurina es grande por ello, por haberse sobrepuesto siempre a la adversidad. Son los que forman parte de ella los que en ocasiones no están a su altura. Existe demasiada hipocresía y falsedad entre los que forman el planeta de los toros.

Muchas envidias, rencillas, bipolaridad y mala leche que hacen que quien te da un abrazo o una palmada en la espalda te pueda traicionar cuando menos te lo esperas. Este es el gran pecado capital con el que pena el toreo en nuestras fechas. Son los intereses obscuros de los propios taurinos, y Córdoba no podía ser menos.

Se dice que la unión hace la fuerza, y ahora, si de verdad pretendemos una revitalización de la fiesta de toros en Córdoba, el mundo del toreo tiene que estar más unido que nunca.

El Círculo Taurino ha puesto la primera piedra; ahora solo hace falta seguir el camino y trazar las bases de cara a un futuro. Todos los estamentos del toreo de la ciudad tienen que unirse para el objetivo propuesto. Hay que dejar de mirarse el ombligo y levantar la cabeza. Ahora o nunca. Está en nuestras manos. Es el momento de que el toreo cordobés se olvide de lo que fue y piense en lo que quiere ser.

El Círculo Taurino de Córdoba ha sido pionero. Ahora solo hace falta que las demás instituciones taurinas le sigan. Empezando por la sociedad propietaria de la plaza de toros, posiblemente la más interesada en que la fiesta no muera en Córdoba; las peñas taurinas a través de la Federación Provincial Taurina; la Casa del Toreo de Córdoba; la Fundación Manolete, que a través de sus patronos tanto hizo por los aspirantes; las tres asociaciones de aficionados prácticos; ganaderos; prensa y todos los seguidores de la fiesta en general. También las instituciones y clase política.

Entre todos hay que poner puntos en común y trabajar de cara al futuro junto a profesionales y, sobre todo, con los empresarios que regenten en cada momento el coso califal, porque la recuperación no pasa por reunirse y convocar actos.

La clave es que las puertas de la plaza se abran de forma asidua para la celebración de espectáculos taurinos. Córdoba no se puede permitir que su plaza de toros solo albergue festejos cuatro jornadas al año.

La recuperación de festivales o festejos enfocados a la promoción de noveles sería el primer paso. Las noches de verano en los Califas se añoran y además podrían ser un aliciente para el ocio de nuestra juventud taurina.

Como muestra, un botón. El lugar que deberían ocupar carteles con nombres de jóvenes que sueñan con la gloria es ocupado por los éxitos más recientes del celuloide. No hay nada más que pasarse por las taquillas del Coso de los Califas para comprobarlo.

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