Toros

El Juli, oreja de peso ante una mansada en la plaza de Bogotá

  • Ponce demuestra su maestríav y entrega en el coso colombiano de la Santa María donde se lidia una corrida descastada y de nulo juego con el hierro de la Alhama

El gran ambiente vivido hoy en la Santamaría de Bogotá no merecía una corrida de toros tan descastada, vacía de contenido bravo, de calidad. A pesar de ello, Enrique Ponce y Julián López El Juli mostraron su maestría, entrega, valor y respeto hacia el público capitalino que colmó el recinto.

Enrique Ponce se llevó el peor lote de la tarde. A su primero no lo atacó, pero no por falta de actitud, sino por las pocas aptitudes de un animal parado. El toro distraído además tras los muletazos, sin querer enterarse, terminó en tablas rajado pese al esfuerzo del valenciano.

En el cuarto la maestría del de Chiva quedó nuevamente en evidencia, y así su sintonía con el público que no dejó de alentar al maestro, quien insistió en faena larga, primero relajado cuando el toro parecía dejarse, luego en plan luchador, terco, sin que el milagro de la embestida larga se diera.

Julián López El Juli lo intentó en un quite por chicuelinas del que el toro salió huyó a tablas. Lo sacó a los medios tras el puyazo de rigor. Lo intentó entonces llevar tapado, sin que el toro se empleara nunca, distraído incluso, como ausente. Intentó el torero, insistió con valor y consiguió meterlo en algún muletazo en el que vino el toro muy despacio aguantando Julián el trago. Terminó la faena con un circular por la espalda de doble giro, puro realismo mágico, lo mejor de la tarde.

En el quinto el animal se rajó, probaba por el derecho y se dejó algo por la izquierda al citarlo el de Velilla al hilo, sin exigirlo y llevarlo en línea sin exigencias que hubieran disipado las pocas ganas de embestir del animal.

El bogotano Moreno Muñoz tomó la alternativa con mucha dignidad y con el mejor lote de la corrida. Fue el primero el mejor del encierro. Se movió el toro aunque no siempre se empleara y dibujó algunos muletazos, relajado y pulcro.

En el sexto por el derecho, mansote, se dejó el toro en dos series de inicio, pero tuvo peligro por el izquierdo. Luego por el derecho ya en tablas se le quedó corto al dejar que el animal eligiera su terreno, y le prendió de mala manera dando la impresión de una cornada fuerte que no fue. Volvió ya solo al toro para propinarle una estocada insuficiente pero de garra.

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