EL REPASO
Toros, cine y enredos catódicos
Reconocimiento
La concesión de la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes correspondía a su edición de 2022 pero fue entegada a los hermanos Eduardo y Antonio Miura, junto al resto de galardonados, en un acto celebrado este miércoles en el Palacio de Congresos de Cádiz. Los prestigiosos ganaderos sevillanos recogieron una distinción que, en realidad, premiaba a todas las generaciones familiares que han criado esos toros que se hierran con la mítica A con asas desde 1842. Entre los galardonados figuraban, además, otras figuras como la recordada cantante María Jiménez –la medalla fue recogida por su hijo-, el cantautor Víctor Manuel –que ejerció de portavoz de los premiados-, la bailaora Rocío Molina, la escritora Rosa Montero, la cantaora Lole Montoya, el músico Santiago Auserón o el actor Javier Cámara hasta sumar 33 personalidades e instituciones ligadas a la cultura española.
La concesión de la preciada condecoración fue avalada en su día por todo un Consejo de Ministros. Aún detentaba el ministerio de Cultura el catalán Miquel Iceta que, lejos de ser aficionado, no llegó a eliminar el mundo del toro de estos galardones como sí ha hecho el actual titular, Ernest Urtasun, al que le tocó acompañar a los Reyes en la entrega de estas medallas que aún incluían la cuota taurina que se ha negado en la siguiente edición. La representación institucional la completaban el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, además del alcalde de Cádiz, Bruno García.
La ganadería loreña, regida en la actualidad por los hermanos Eduardo y Antonio Miura, “posiblemente sea la ganadería de toros más legendaria de la historia de la Tauromaquia”, explicaba en diciembre de 2022 el Ministerio de Cultura. “Especialmente destacable es la fidelidad de esta casa a sus orígenes, puesto que, a lo largo de su trayectoria casi bicentenaria, ha mantenido invariable un encaste singular asociado a valores como la bravura, la emoción y belleza del toro de lidia” según el fallo aprobado por el Consejo de Ministros en su momento.
Pero hay que retroceder hasta 1842 para refrescar una historia conocida. El industrial sombrerero Juan Miura –tatarabuelo de los actuales propietarios– accedió a los deseos de su hijo Antonio, un consumado caballista y amante del campo que fue el verdadero inspirador de la vacada. Juan Miura se hizo ganadero con la compra de una punta de vacas de Antonio Gil Herrera que procedían de Gallardo. Pero la génesis definitiva de la ganadería llegaría siete años después con la adquisición de casi 400 reses de Albareda, procedentes de la mítica torada utrerana de Cabrera que se aumentaron con la compra posterior de la ganadería de Jerónima Núñez de Prado –de idéntica raíz Cabrera– y el cruce posterior, en 1854, con dos toros vistahermoseños de Arias de Saavedra. Se había forjado el legendario toro de Miura enhebrado a un apellido y un concepto que ha permanecido inalterable a lo largo de estos 182 años de bravura y tradición.
Antonio Miura Fernández, ya lo hemos dicho, fue el auténtico forjador de la ganadería que –marcando la pauta del futuro– pasaría a ser dirigida por su hermano Eduardo, el de las célebres patillas, a partir de 1893. Bajo su mando se alcanza la cifra mítica de las mil vacas de vientre y hasta se consolida la leyenda trágica del célebre hierro, marcado por dos muertes que forman parte de la historia doméstica de este país: la de Espartero, cogido por Perdigón en 1894 en la plaza vieja de Madrid; y la de Manolete, fatalmente corneado por Islero en la tarde infausta del 28 de agosto de 1947 en Linares marcando el fin de toda una época.
De Don Eduardo Miura Fernández, la ganadería pasó a sus hijos, los hermanos Eduardo y José Miura Hontoria, los llamados niños Miura que, finalmente, ceden en 1940 la ganadería a Eduardo Miura Fernández, hijo de Antonio, sobrino de José y padre de los actuales criadores, los hermanos Eduardo y Antonio Miura Martínez que también tienen su heredero: Eduardo Miura Fanjul. Pero no se puede entender la vacada sin hablar de la tierra en la que pasta: la relación de la familia Miura con las tierras de Lora era antigua pero fue el matrimonio de Eduardo Miura con doña Mercedes Martínez, madre de los actuales ganaderos, el que determinó el traslado definitivo de todas las reses a Zahariche, actual solar de la ganadería que marca su territorio con las inquietantes calaveras de cabestros que orlan la puerta del carril.
La noticia, en cualquier caso, nos lleva a recordar que el reconocimiento del mundo taurino por parte de las autoridades culturales es relativamente reciente. La lista la abrió Antonio Ordóñez en 1996. Pero aquella distinción llegó un poco tarde. Libres de complejos, los franceses ya habían concedido un año antes al genial rondeño la más preciada condecoración de la república: la Legión de Honor. Algunos años y medallas después llegó el escándalo. La concesión de la preciada presea a Francisco Rivera Ordóñez, nieto del maestro, ocasionó un cisma con Morante primero, y la polémica devolución de las medallas de Paco Camino y José Tomás después.
Se trata, en definitiva de la medalla número 29 ligada al mundo de la Tauromaquia. A Ordóñez le siguieron El Viti, Curro Romero, Litri, Pepe Luis Vázquez, el ganadero y rejoneador Álvaro Domecq y Díez, Antoñete, Rafael de Paula, Manolo Vázquez, Ángel Luis Bienvenida, Espartaco, Paco Camino, José María Manzanares, Enrique Ponce, el crítico Manuel Molés, José Tomás, Francisco Rivera Ordóñez, Luis Francisco Esplá, Joselito, Pepín Martín Vázquez, Ángel Peralta, Victorino Martín, El Cordobés, Hermoso de Mendoza, El Juli, Dámaso González, la sastra de torero Natividad González y la Real Maestranza de Sevilla. En 2022 se unió la ganadería de Miura. No sabemos si habrá más…
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