Toros

Palabras para un ganadero

SE echan de menos los ganaderos con pinta de ganadero. Gente de esa que se pasa  casi una vida encerrada entre los pastos, la sequía, los sueños y los sinsabores. Gente de esa que se gasta el capital cada día sin amargarse por como esta esto del toro.

Esta mañana me he encontrado de frente en el pasillo de la plaza con José Luis Pereda, el ganadero de la Dehesilla. Nos vemos de año en año, casi en el mismo sitio porque apenas tenemos otro donde coincidir porque él vive en el campo de ganadero y un servidor vive también entre las cuitas y las esperanzas de otro ganadero. Yo no me juego mis cuartos en el campo bravo, pero entiendo bien de que va el esfuerzo de seguir manteniendo esta asíncrona gestión de los negocios de criar lidia en el siglo actual. Cuando la administración lo entienda y la Unión lo exija a lo mejor ya no hace falta.

Cada año, también, Pereda vuelve con sus toros a Huelva. Es su plaza y tiene derecho y cada año, en el mismo sitio de la plaza le vuelve a brillar la mirada cuando dice "lo que tiene que hacer la corrida es embestir y sobre todo que no se caiga".

Y yo se que lo dice de verdad. Que lo dice con el corazón del ganadero que ha renunciado a la vida de ciudad. Incluso a los saludos después de un buen encierro, porque ahora ya saluda su hijo y posiblemente algún nieto que es quien le da aliento para seguir gastando dinero y tiempo en esto.

Pero me alegra saber, que cada año José Luis vuelve a su plaza con el miedo del debutante, mascullando lo que deben hacer sus toros y pasándolo mal un día de corrida. Me gusta saber que ese hombre, ese señor, que explicaba con las manos abiertas y abrochadas al aire como eran los Núñez que había comprado hace ya un montón de tiempo, sigue siendo ganadero de toros.

No me tocaba escribir a mi este espacio. Pero ya que me lo han dejado en blanco se me han venido a  la mente el saludo de una mañana mas, de otra feria más, entre el pasillo de la plaza de toros, porque José Luis Pereda ahora no tiene despacho de empresario en La Merced. Y me ha entrado la gana de escribir lo que estoy escribiendo porque en algún momento de esta historia, el ganadero le ha podido de verdad a muchas cosas de las que le han pasado en la vida al hombre que ahora tiene un burladero alejado de tó los taurinos que llegan cada tarde con sus toreros a La Merced.

Por eso también sale hoy en la contraportada esa foto de un ganadero saludando en su plaza.  Porque es el tiempo el que le da la dimensión real a la gente con la que andas la vida y con la que compartes la sensación de tantas guantás como da la realidad, no están bien repartidas.

Un ratito de charla y hasta la próxima. Seguramente, hasta el año que viene, porque hasta entonces, quizás, no me vuelva a ver con el ganadero que rebusca entre la sangre Núñez, el toro que anda queriendo encontrar

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