Juan Ortega: una temporada de contrastes
ESPECIAL MATADORES 2025 (IV)
El diestro sevillano sigue afianzándose en la primera fila en un año de cierta contestación y triunfos más dosificados
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Morante, Ortega y Aguado: un tratado de torería coral
Las imágenes son más o menos recientes: Juan Ortega sublimaba la embestida pastueña de un toro de Los Encinos en el ruedo azteca de Guadalajara revelando su cualidad de gran intérprete, la calidad de un toreo que pertenece al tronco más clásico y merece ser esperado. Justo un día antes se había aventado que José María Garzón, su apoderado, había alcanzado la gerencia de la plaza de la Maestranza para los próximos cinco años. Esa simbiosis profesional, posiblemente, había influido en el tibio trato que el diestro sevillano -que afrontaba la temporada con la vitola de autor de la mejor faena del año anterior en el coso sevillano- había recibido de los Pagés para su encaje en el abono de 2025.
¿Por qué contamos esto? ¿Qué tiene que ver con el desarrollo de la campaña del torero? Esa condición de mejor intérprete de la Feria de 2024 -en la que logró un gran afianzamiento profesional y una encomiable regularidad- no iba a impedir que Ramón Valencia, marcando las distancias con Garzón, le dejara fuera del cartel del Domingo de Resurrección a pesar de la perplejidad de los aficionados, que lo daban por hecho. El torero y su mentor -posiblemente tocaba hacer poco ruido en espera de lo que estaba por venir- aceptaron las lentejas sin prestarse a la discusión que sí planteó la mayor parte de la prensa. Son piezas que encajan ahora pero no conviene adelantar acontecimientos...
Ortega había abierto fuego con un atípico mano a mano invernal en Valdemorillo que quedó a favor de Emilio de Justo. Sí hubo faenas de relumbrón en Illescas y Olivenza y escasa suerte en Arnedo antes de firmar la primera obra de referencia en la Magdalena de Castellón a un gran toro de Puerto de San Lorenzo. El mal tiempo canceló el compromiso de Fallas. Pasó por Pozoblanco, Baeza... pero el Sábado Santo tenía una cita en la Picassiana de Málaga junto a Roca y Fortes. Había un llenazo de no hay billetes. El triunfo contante y sonante se lo llevaron los otros pero quedó el poso... La agenda ya apuntaba a Sevilla, en ese cartel macizo que ponía la guinda a la Feria. Fue el primero de mayo, junto a Aguado y Morante, que marcó una de sus primeras cumbres del año en una tarde de torería coral. Juan, con el peor lote, cuajó otro puñado de lances para el recuerdo. Tenía otra cita en la Maestranza, con la de Victoriano del Río. A Roca le serviría para puntuar en la estadística pero no iba a dar opciones a Ortega. Tocaba esperar hasta septiembre...
Mediado mayo se elevaba la doble cita de Madrid, que incluía el esperado mano a mano con Aguado, único en puntuar. No pasó nada. En medio había acudido a Valladolid, una de sus plazas talismán, para volver a contemplar a Emilio de Justo a hombros.
En ese momento se empezaba a palpar cierta contestación externa y la desazón del propio torero mientras se demoraban demasiado los triunfos. Pero Ortega abrió la Puerta de los Califas de Córdoba antes de recalar en Aranjuez para cortar, en plena comunión con un toro de Cuvillo, un rabo diferencial -el primero de su trayectoria como matador- que renovaba todas las confianzas para escribir su propio concierto. De alguna manera, había roto el maleficio...
En el resto de su temporada hay que destacar su presencia en algunas de las citas de mayor alcurnia: desde la llamada Corrida de los Candiles de Marbella -donde paseó dos orejas- hasta el esperado mano a mano en El Puerto, otra vez con Aguado, pasando por la demorada reaparición de Morante en Melilla, en la que cortó tres orejas a su lote de Tornay. Entre el verano y el otoño hay que consignar triunfos más resonantes como los de Gijón, Colmenar, Viejo, Murcia, Úbeda y numerosos trofeos sueltos además de faenas a las que, como en Albacete, les faltó mejor refrendo con la espada. Pero Juan tenía otra cita en la plaza de la Maestranza antes de cerrar su nutrida agenda. Se iba a encontrar con un gran cuvillo, al que cuajó de mucho más a algo menos sin apurar la copa. La oreja, esta vez, supo a poco.
En cualquier caso quedaron las sensaciones, esa condición de torero esperado que cae bien en los carteles y se ha afianzado como actor imprescindible en la primera fila. La temporada 2026 dependerá, lógicamente, de sus propias capacidades -la calidad no se le discute- pero a nadie se le escapa que el reparto de fuerzas en el toreo ha cambiado y favorece a su apoderado. Pero nada de eso importará en la cara del toro. Juan Ortega -como Aguado- recibe ahora una responsabilidad añadida después de la retirada de Morante de la Puebla. El peso de esa púrpura heredada se hará especialmente palpable en Sevilla. No queda tanto.
ESTADÍSTICAS
- Juan Ortega ha sumado 51 corridas que le colocan en cuarto lugar en el escalafón de los matadores de toros.
- Ha paseado 44 orejas y un rabo.
- 11 faenas fueron premiadas con doble trofeo.
- En plazas de primera sumó 15 festejos; 23 y 13 en las de segunda y tercera respectivamente.
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