Morante es el referente
EL REPASO
El diestro de La Puebla sigue volando por encima del resto de la grey torera después de volcar la plaza de Las Ventas pero en la semana que se fue también se habló de Marco Pérez o Rafa Serna
Morante: esas cosillas con la muleta...
En los rescoldos feriales: cuestión de memoria

El toreo está al rojo en la recta final de la larga isidrada. El toro asoma en todas partes en el final de una primavera que ya sólo conserva su nombre mientras los aficionados siguen invocando, con unción sobrenatural, el nombre del matador que está marcando el rumbo de la temporada realzando la dimensión histórica de su trayectoria; el verdadero sentido de un legado vivo, operante, rabiosamente actual que subraya la verdadera calidad, que separa el grano de la paja y que hace saltar por los aires las componendas de un negocio cortoplacista y basado en el comisionismo.
Sí, una semana más –y ya van unas cuantas- hay que hablar de Morante, de su luminosa realidad, de ese compromiso con el arte y la profesión, de esa entrega emocionante que está convirtiendo cada cita en un acontecimiento; hasta de la pasmosa regularidad –la ilusión de estar en la cara del toro es palpable, vencidos los peores fantasmas- de un torero que tapa con su cantada genialidad la definitiva base de su tauromaquia: el valor.
Si la pasada semana nos hacíamos eco del rabo de Jerez, en ésta ha pasado sembrando por Ávila, Cáceres y Aranjuez. Pero en medio, marcada a fuego, estaba la cita trascendental de la corrida de la Prensa de Madrid que ya figura, por derecho propio, en los anales de la propia plaza de Las Ventas. No hace falta contar ya, cinco días después de la revelación, la altura de la labor del diestro cigarrero, inmenso con un gran toro de Garcigrande al que cuajó de forma magistral con capote y muleta dejando para el recuerdo y la anédota la icónica fotografía de Arjona del quite a cuerpo limpio. Los lances de recibo, ligando los capotazos sin enmendarse ya forman parte de la propia antología del matador cigarrero que, en definitiva, sigue ensanchando el impresionante abismo que le separa cada vez más del resto de la grey torera.

Lo de Marco Pérez…
Fue otro de los sucesos de la semana que pasó. Marco Pérez culminaba en la plaza de Las Ventas su trepidante trayectoria como novillero encerrándose con seis novillos de Fuente Ymbro y El Freixo, la marca ganadera de El Juli. Los paralelismos con la trayectoria novilleril del madrileño –que también se encerró con seis utreros en Madrid para despedirse del escalafón menor antes su alternativa nimeña- era evidentes.
Pero las circunstancias de uno y otro torero eran muy distintas. El toreo y su envoltura social tampoco tienen nada que ver entre el que se vivía en 1998 y el que se palpa 27 años después. El Juli ya era una figura social cuando llenó el embudo venteño fuera de abono, convertido en el joven de moda que hasta prestaría su imagen un año después para anunciar el Seat Ibiza. Eso sería impensable en el babélico marco social que vivimos, el que ha amparado la vocación taurina de Marco Pérez.
Su trayectoria ha viajado desde el candor de niño prodigio a la impresionante exigencia del pasado viernes, sometido al juicio más severo de una plaza que llegó a enseñar su cara más agria al inminente matador, que recibirá los trastos del oficio en la feria de Pentecostés de Nimes. Marco Pérez se marchó a pie, con el escueto balance de una única vuelta al ruedo, abriendo un sorprendente debate, con opiniones para todos los gustos, entre los colegas de la prensa especializada. Pero más allá de todo eso, y hasta de alguna estrategia discutible, quedó la impresionante entrega de un chaval que se echó la tarde a la espalda con raza de figura de otro tiempo. Marco tiene mecha para funcionar y refrescar un escalafón necesitado de alicientes. Adelante…
Rafa Serna: una tarde para una vida
Hay que hablar de otros asuntos sin abandonar la clave hispalense. Habíamos mencionado el paso de Morante por Aranjuez pero esa tarde en las riberas del Tajo tuvo barniz de reencuentro para Juan Ortega. El diestro sevillano entonó su propio concierto cortando el rabo de un gran ejemplar de Núñez del Cuvillo a los sones de Caridad del Guadalquivir. El primer tramo de la temporada de Ortega había estado trufado de demasiadas discusiones y esa faena reveladora añade sal y son a una temporada que nada tiene que ver con el guión escrito por los fontaneros del toreo.
Y una cosa nos lleva a la otra, felicitando como merece a Rafa Serna. Su confirmación de alternativa, después de casi dos años en blanco, se antojaba un todo o nada. El torero sevillano rumiaba dejar colgado el traje de luces si no hubiera pasado nada en el fielato venteño. Pero Serna afrontó la cita con esa rara seguridad que nace del convencimiento interior de alguien que no tiene nada que perder. La actitud mostrada con el toro de la ceremonia ya puso en guardia a los profesionales. La oreja del sexto ya no podía ser una sorpresa para nadie. Ojalá le sirva como debe. Enhorabuena.
También te puede interesar
Lo último