Patrullando la ciudad
Rafa Mora: de ‘Sálvame’ a sacar la nota más alta de una oposición
Visto y Oído
La familia puede enfangar hasta la asfixia. Anular al individuo, llevarlo a los extremos insidiosos del conflicto perpetuo. Una figura autoritaria tan envolvente y desalmada como el Abraham de Gigantes, en Movistar +, hace crecer una serie por sí misma. Sólo por el trabajo de José Coronado, asombroso por interpretación y por caracterización, merece la pena embarcarse en esta ficción firmada por Enrique Urbizu, que deja su sello en cada fotogramas.
Gigantes dibuja al óleo los intestinos del barrio (de una gran ciudad ratonera como Madrid). Perfila los avaros de la maldad y el dinero negro, capaces de todo y por todo. Un tiznado aguafuerte goyesco que sería nuestra respuesta más carpetovetónica a El Padrino neoyorquino (que ha dado una noche grande de audiencia a La 2, por cierto). La última serie incorporada a Movistar +, con permiso del anime de El Rubius, es imprescindible contemplarla cuanto antes, introducirse por ese boquete en la acera, intuir el pestazo a humedad y meados de sus estancias, sentir en la nuca el horror de la jaula del inframundo.
Los tres vástagos Guerrero, encarnados por Isak Férriz, Daniel Grao y Nene Librado, forman una tripleta sólida como víctimas y verdugos de esta fosa séptica social, donde la vida no es que valga poco sino que llega a ser incluso un estorbo.
Manuel Gancedo (si les digo que es el orondo masajista de La que se avecina seguro que ya le ponen cara) ha sido el responsable de levantar desde el papel esta rica chabola de tipos infames y pobres diablos. Una tacada de seis episodios de esos que realmente se pueden ver como un atracón.
La realización exquisita de Urbizu, la exigencia en psicologías y tramas, también pueden convertirse en un relato apasionante, en un No habrá paz para los malvados extended. En Gigantes no hay postureo, sino acción e historia. Movistar + ya está en velocidad de crucero en su plan de ficciones.
También te puede interesar